John 17:20-26

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús ora por nuestra unidad con él y para que estemos inmersos en el amor de Dios. “Les di a conocer tu nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos”.

No somos simples suplicantes o penitentes llamando a Dios desde afuera; somos hijos e hijas, amigos, llamándolo desde dentro. El Misterio Pascual es inteligible sólo a la luz de la doctrina de la Trinidad. Dios amó tanto al mundo que envió a su único Hijo, incluso al límite del abandono de Dios, incluso al pecado y la muerte, a los rincones más oscuros de la experiencia humana, para encontrarnos.

Pero este acto acrobático de amor sólo es posible si en el mismo ser de Dios hay alguien que envía y alguien que puede ser enviado, sólo si hay un Padre y un Hijo. El lenguaje que usa Jesús —“para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste”— nos muestra que el Padre y el Hijo están unidos en amor y ese amor es en sí mismo la vida divina. Por tanto, hay un Espíritu, igual al Padre y al Hijo.

Ascensión del Señor

Solemnidad, 29 de mayo de 2022

Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com

Martirologio Romano: Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, el cual, cuarenta días después de la Resurrección, fue elevado al Cielo delante de sus discípulos, para sentarse a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria para juzgar a vivos y muertos. 

En las Sagradas Escrituras

Hch 1,1-11:
«En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó:
– ‘No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.’
Ellos lo rodearon preguntándole:
– ‘Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?’ Jesús contestó:
– ‘No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.’
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
– ‘Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.'»

Ef 1,17-23:

«Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos».

Lc 24,46-53:
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– ‘Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.’
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo).
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios».

Ustedes son testigos de esto

Santo Evangelio según San Lucas 24, 46-53. Ascensión del Señor (C)

Por: H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por el don de la fe, de la esperanza y la caridad que me diste en el bautismo. Ayúdame a crecer en estas virtudes para que aprenda a descubrirte en todo momento y a darte en mi vida el lugar que te corresponde.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”.

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacía un lugar cercano a Betania: levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El día de hoy recordamos la ascensión de Jesús al cielo. ¿Nos abandona? No, de hecho, nos ha dicho ya antes que va a prepararnos una morada en la que podamos estar para siempre con Él en el cielo. Sin embargo, nos deja.

Es igual a lo que sucede cuando el padre deja que el hijo camine solo para que, tal vez, un día elija retornar a él. Jesús, desde el inicio, ha sido muy respetuoso de la libertad de sus discípulos. Los ha llamado, acompañado e incluso regañado cuando se lo merecían, pero jamás los ha forzado a hacer cosas que ellos no eligieran. Jesús ha presentado su mensaje de una manera tan trasparente que, incluso, les ha preguntado a sus discípulos si querían abandonarlo cuando sus palabras eran duras o no comprendían lo que Él les quería decir (Jn 6, 67). Ahora que Jesús se va a prepararles una morada es cuando todo lo que aprendieron del Maestro será puesto a prueba, una prueba que no será fácil pero que dará mucho fruto.

Nuestra vida cotidiana de cristianos está marcada por estas palabras de Jesús: «Ustedes son testigos de esto». Cada momento de nuestra vida es una oportunidad para poner en práctica aquello que hemos aprendido de Él. El amor a Dios y el amor al prójimo son los signos por los cuales sabrán que somos sus discípulos. Aun así, no debemos preocuparnos por nuestra inconstancia y debilidad. Nos ofendemos, enojamos, herimos a los demás, olvidamos sus palabras. No somos perfectos y Él lo sabe. Por eso Jesús promete enviar el Espíritu Santo para que no estemos nosotros luchando solos, sino que, con su propia ayuda, podamos regresar a Él.

«La Ascensión del Señor al cielo, mientras inaugura una nueva forma de presencia de Jesús en medio de nosotros, nos pide que tengamos ojos y corazón para encontrarlo, para servirlo y para testimoniarlo a los demás. Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a lo largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra. En este itinerario encontramos a Cristo mismo en nuestros hermanos, especialmente en los más pobres, en aquellos que sufren en carne propia la dura y mortificante experiencia de las viejas y nuevas pobrezas. Como al inicio Cristo Resucitado envió a sus discípulos con la fuerza del Espíritu Santo, así hoy Él nos envía a todos nosotros, con la misma fuerza, para poner signos concretos y visibles de esperanza. Porque Jesús nos da la esperanza, se fue al cielo y abrió las puertas del cielo y la esperanza de que lleguemos allí.»

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una visita al Santísimo Sacramento de diez minutos y le pediré a Jesús que me ayude a recibir al Espíritu Santo en Pentecostés.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

San Justino, creador de la 1ª escuela de filosofía cristiana

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Dolors Massot – publicado el 01/06/15

Era filósofo grecorromano y se le considera el más importante de los apologetas. Murió mártir en tiempos de Marco Aurelio

San Justino nació en la antigua Siquem, actualmente Nablus (Palestina) a comienzos del siglo Il.

Se interesó desde joven por la Filosofía porque buscaba la verdad. Estudió a los estoicos, a los pitagóricos, a los platónicos… En esa búsqueda recibió la fe y se convirtió gracias al testimonio de los cristianos de su época y a las Escrituras de los profetas de la Biblia, «los únicos que han anunciado la verdad».

Una vez en Roma, en la época del emperador Marco Aurelio, fundó una escuela de conocimiento que aunaba filosofía y teología. Era la primera escuela de filosofía cristiana.

Su aportación está centrada en la defensa argumentada de la fe, es decir, la apologética. Aunque nos han llegado referencias sobre otras obras, hoy conservamos solo dos apologías y el Diálogo con el judío Trifón. En este escribe:

«Cuanto más se nos persigue tanto más crece el número de los que se convierten a la fe por el nombre de Jesús. Nos sucede como con la cepa, a la que se podan los sarmientos que han dado ya fruto, para que broten otros más vigorosos y lozanos».

Pero san Justino no se conformó con un conocimiento teórico de la fe en Dios sino que selló su fe con su testimonio. Murió mártir, decapitado, en el año 165.

Santo patrón

San Justino es patrón de los apologetas, de los que se considera el principal.

Oración

Señor, tú que has enseñado a san Justino
a encontrar en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Cristo,
concédenos, por intercesión de tu mártir,
la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos firmes en la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.