John 13:31-33a, John 13:34-35
Amigos, el Evangelio de hoy nos enseña cómo amar a otros con el amor de Dios. Encontramos gozo y alegría solo en Dios, porque nuestras almas están conectadas a Dios. Pero aquí está el truco, y toda la vida cristiana se despliega en esto: Dios es amor. . . . Amor es Dios. Dios se da a sí mismo por los otros. Y esto significa, paradójicamente, que tener a Dios es ser lo que Dios es, y esto significa dar la vida.
Ahora vemos el vínculo entre la alegría y los mandamientos: “Les doy un mandamiento nuevo: amarse los unos a los otros. Como yo los he amado, así también deben amarse los unos a los otros”. Y ahora empezamos a entender las leyes, los mandatos y demandas de la Iglesia. Todas están diseñadas para hacernos más adeptos a la entrega. No robes, no mates, no codicies los bienes, o la esposa de tu prójimo; honra a tu madre y padre; alabar a Dios. Todos estos mandamientos, positivos y negativos, tienen el propósito de despertar y hacer posible el amor.
Hay que notar, por favor, que debemos amar con un amor divino apropiado: “Les he llamado amigos, porque les he contado todo lo que he oído de mi Padre”. Un mensaje radical, radical, radical. Desmesurado, excesivo, completo.
Burcardo de Beinwil, Beato
Sacerdote, 18 de mayo
Por: Xavier Villalta | Fuente: Catholic.net
Martirologio Romano: En el territorio de Argovia, en Suiza, beato Burcardo, presbítero, que como párroco del pueblo de Beinwil cuidó con asidua diligencia pastoral el rebaño a él confiado († s. XII).
Breve Biografía
El Beato Burcardo nació en algún momento de la década del 1100 en Hof Langmatt en Muri en Argovia en Suiza. Estudió en el monasterio benedictino de Muri y luego fue destinado como párroco de la nueva iglesia en Beinwil am See, en Argovia, Suiza. Al parecer realizó muchos actos milagrosos, por lo que su fama de santidad es muy antigua. Se lo menciona en el anuario del monasterio de Kappel, por lo que debe haber tenido una conexión con dicho cisterciense monasterio.
Un antiguo relato cuenta que Burcardo domesticó a un cuervo, un ave que era realmente dócil y leal a su amo. Durante una de las ausencias del beato el ave vio el comportamiento disoluto de una familia y comenzó a repetir lo que había visto y oído, por lo que aquellos decidieron matar al animal, luego de atragantarlo lo tiraron a un profundo pozo que había junto a la vicaría. A su regreso Bucardo extrañó la bienvenida que su mascota le daba, y sospechó que algo malo había pasado, empezó la búsqueda y escuchó el graznido de la moribunda ave, luego de sacarla del pozo pidió a Dios le devolviera la vida, milagro que le fue concedido, es por ello que en su iconografía se lo suele representar con un ave en la mano.
Otro relato narra que le avisaron que había una mujer muy enferma y él salió hacia la localidad donde ella vivía para dispensarle la unción a los enfermos, a medio camino se encontró con un mensajero que lo buscaba para avisarle que la mujer ya había muerto, pero Burcardo continuó su camino y al llegar oro a Dios para que le permitiera a aquella mujer recibir el sacramento, para la sorpresa de todos la mujer revivió por lo que pudo recibir los santos oleos y luego tranquilamente retornar al sueño eterno.
Fuera de estos relatos, lo que si sabemos es que se dedicó con tesón pastoral a sus fieles, desempeñando con gran celo todos los ministerios propios del párroco, sobresaliendo enseguida por la digna y piadosa celebración de la misa y los sacramentos, por la asidua predicación de la palabra divina y la catequesis, por la visita a los enfermos, por la acogida a los pobres y humildes, y por la vida mortificada y piadosa que llevaba, dando ejemplo de todas las virtudes. Su culto fue autorizado en 1814.
Mil veces valdría más amar y sufrir
Santo Evangelio según san Juan 13, 31-33. 34-35. Domingo V de Pascua
Por: Redacción | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios mío misericordioso, que con pasión me amaste en mi miseria y pequeñez, hoy quiero agradecértelo. Quiero poner en tus manos este momento, en que deseo únicamente dedicarme a ti. Con la misma ilusión con la que Tú me esperas siempre, quiero dirigirme a ti durante este tiempo. Hazme escuchar tu voz con atención. Guíame para descubrir tu voluntad para mí. Concédeme aprender a amar contemplándote, Señor. Madre mía, en tus manos encomiendo esta oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33. 34-35
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un detalle de cariño, aunque implique una renuncia, es una obra que siempre estamos dispuestos a emprender por quien amamos: todo con el simple deseo de alcanzarle una sonrisa –e incluso quizá una interior –que sólo nosotros le sabremos reconocer. Es en los detalles donde se vislumbra el verdadero amor, aquél amor que ha traspasado el concepto de deber, para convertirse en el concepto de donar. El jornalero que vive todo el día bajo el sol no conoce la razón de su fatiga sino sólo en su familia. La persona que se encuentra bajo el techo de un despacho sin poder ver caminar la luz del sol, no tiene otro fundamento en su labor, que el de volver a casa para ver a sus seres queridos. Una mujer que ofrece su quehacer entre el silencio y el servicio, encuentra su motivo en el rostro de su esposo y de sus hijos. El amor es la única razón por la que el hombre vive.
Todo debe tener un sentido de amor en nuestras vidas. Y todos alguna vez hemos tenido la experiencia de la falta del sentido del amor, donde cualquier trabajo y sacrificio se tornó en una tortura. Sin embargo, aunque todo fuese simplemente por alcanzar una sonrisa, valdría soportar cualquier pena. Pues entre más se ama, más se sufre. Pero mil veces valdría más amar y sufrir, que nunca amar: Tú nos lo enseñaste. Amarnos los unos a los otros, como Tú mismo nos amaste…
Señor, supiste enaltecer la idea de amor de tan sólo un simple sentimiento a la entrega plena de la voluntad. Y así, si un detalle de cariño alcanzaría una sonrisa, dar tu vida por amarme, alcanzó de mí darte la mía. Así sea.
«Sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida. Como dice San Juan: «Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Participar en la Eucaristía, preferentemente en familia, y hacer una visita al Santísimo, antes o después, para orar por los que no experimentan el amor en sus vidas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
En Roma, cristianos de todo el mundo rodearon a su nuevo Papa

Antoine Mekary | ALETEIA
Camille Dalmas – publicado el 18/05/25
El Papa León XIV inauguró oficialmente su pontificado el 18 de mayo ante una multitud de casi 200 mil fieles en la plaza de San Pedro. Aleteia informa sobre este acontecimiento, que dio a los fieles de todo el mundo la oportunidad de hablar con el pontífice en este gran día
Son las 7 de la mañana y Félix y Alexandre, de 49 y 32 años respectivamente, ya están en la plaza de San Pedro con un pequeño grupo de peregrinos de la diócesis de Le Puy-en-Velay. Muestran con orgullo una «bolsa» blanca de penitente, con una cruz dorada en el centro.
Acompañados por una treintena de miembros de su diócesis, los dos hombres han venido a representar a los «Pénitents blancs du Puy», una antigua institución fundada en 1584, en el marco del Jubileo de las Cofradías, que se organiza durante este Año Santo, del 16 al 18 de mayo.
«Nos ocupamos de las procesiones durante las fiestas mayores y ayudamos a los fieles a rezar», explica Alexandre, mientras que Félix destaca el servicio a los ancianos y enfermos. «Es una gran gracia estar hoy aquí, y algo que quedará grabado en nuestra memoria», dice Félix, expresando su emoción y placer al ver al nuevo jefe de la Iglesia católica.
Alexandre recuerda haber visto a los dos últimos papas en las JMJ de Colonia (2005), Madrid (2011) y Lisboa (2023), y dice estar «deseando» ver a León XIV. Orgulloso de los lejanos orígenes franceses del pontífice, subraya la continuidad de su mensaje con el de Francisco, seguro de que el primer papa norteamericano será «un gran papa».
«Una persona que encarna la humildad»
El ambiente fraternal traspasa fronteras, dice Fabrizio, miembro de la Archicofradía de los Santos Carlos y Ambrosio del Pueblo Lombardo de Roma, que viste un gran hábito azul de peregrino. Su cofradía ha acogido en los últimos días a suecos, canadienses, irlandeses y corsos venidos para el Jubileo. «Tenemos vínculos a través de nuestros patronos comunes», explica.
El italiano no oculta su alegría por encontrarse con tantos hermanos en la misa de inauguración del pontificado. Confiesa con cierto orgullo que el nuevo Papa, entonces cardenal, acudió a su parroquia el 4 de octubre para celebrar la fiesta de san Carlos. «Me pareció alguien que encarnaba la humildad», dice.
«Podrá hablar a todo el mundo»
En la plaza, el calor de la primavera se hace sentir poco a poco, y las banderas de colores de todos los países del mundo florecen. Tres sacerdotes ondean orgullosos el estandarte rojo y azul de Samoa, con las estrellas de la Cruz del Sur, bien conocida por los navegantes del Océano Antártico. Los padres Luciano, Eric y Atanasio proceden del pequeño archipiélago del otro lado del mundo, y estudian en Roma, en la Universidad Pontificia Urbaniana.
«Ya vinimos a verlo en su primer Regina Caeli, el domingo pasado», dice el padre Luciano, encantado de representar a su «pequeña isla» en este «gran día para toda la Iglesia». Está encantado de que el nuevo Pontífice sea tan joven y hable tantas lenguas. «Podrá hablar a todo el mundo», afirma. El sacerdote samoano espera incluso que, durante uno de los muchos viajes que le esperan, León XIV siga los pasos de Pablo VI, el único Papa que visitó su isla en 1970.

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De repente, se oye un estruendo: el Papa León cruza la plaza en su papamóvil, y ya estallan espontáneamente vítores en toda la multitud, presa de la emoción. Un bosque de teléfonos se interpone en el camino del 267ᵉ Papa, que atraviesa toda la explanada, subiendo incluso por la Via della Conciliazione hasta el Castel Sant’Angelo, para ver a los últimos fieles que no han podido llegar a tiempo a la plaza de San Pedro; en total, las autoridades italianas cuentan 200 mil participantes. A continuación, el Pontífice regresó a la basílica.
Peruano de corazón
Muchos peruanos, entre ellos Rosa, mostraron orgullosos su bandera nacional rojiblanca mientras se aferraban a las barreras de seguridad para ver pasar a «su» Papa. «Aunque nació en Estados Unidos, ha vivido la mayor parte de su vida en Perú, y lo consideramos un peruano de corazón», dice Rosa.
«Ha visto el sufrimiento y la pobreza de nuestro país, y nos ha ayudado mucho», explica Rosa, que vive en Roma. «Estamos realmente muy contentos de que ahora continúe su servicio para toda la Iglesia, y eso nos llena de orgullo».
«Una bendición de Dios»
La emoción se calmó un poco a medida que se acercaba el comienzo de la misa, y algunos fieles empezaron a rezar el rosario, mientras otros buscaban sombra o agua. Linda y Gertrude, dos amigas de Filipinas, están extasiadas tras ver pasar al Papa León justo delante de ellas. «Este Papa es realmente grande», dice Linda, describiéndolo como «una bendición de Dios».
Trabajando en Roma, las dos filipinos no quisieron perderse la inauguración del pontificado por nada del mundo, para poder dar al sucesor de Pedro el apoyo de «su pueblo». «Le deseamos todo lo mejor a nuestro Papa, y puede contar con nuestras oraciones», dice Linda.
Casi media hora después, las pantallas repartidas por la plaza empezaron a retransmitir el interior de la basílica, donde comenzó la celebración. León XIV apareció en las pantallas y recibió una gran ovación cuando descendió a la Confesión de Pedro, la «gruta» situada en el corazón de la basílica. Allí, rodeado de los jefes de las numerosas Iglesias orientales vinculadas a Roma, observó un momento de oración ante la tumba del jefe de los apóstoles, de quien se había convertido en sucesor.

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Reconciliar las diferencias
A continuación, tras una impresionante procesión, León XIV se dirigió al exterior de la basílica para el inicio de la misa de inauguración de su pontificado. En la explanada, centenares de jefes de Estado y de gobierno, así como jefes de otras religiones y confesiones, se alinearon ante el altar en la «sala de oficiales», frente a los cardenales, obispos y altos dignatarios de la Iglesia católica.
Bryan, un estadounidense residente en Pensilvania que había llegado a Roma en peregrinación, no ocultó su gran orgullo por poder asistir a esta misa, ondeando la bandera de las barras y estrellas con varios amigos. «Esperamos que el Papa haya sido elegido porque era el mejor del Colegio Cardenalicio, y que nos haga sentir orgullosos, en primer lugar como católicos, y por supuesto como estadounidenses», afirma.

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Destacando la serenidad del nuevo pontífice desde su elección, Bryan señala en qué se diferencia León XIV de algunos de sus compatriotas «que a veces pueden ser más ruidosos». Destacando también la «claridad! de su expresión de la fe, espera que su pontificado ayude a «reconciliar las diferencias» que existen en el seno de la Iglesia.
La bendición del pueblo de Dios
La ceremonia continuó en un clima de emoción y gravedad. Tras las lecturas en español y en inglés, seguidas del canto del Evangelio en latín y en griego, el Papa León XIV recibió el palio de manos del cardenal Mario Zenari, nuncio italiano en Siria, que había sustituido al protodiácono Dominique Mamberti, enfermo, entre los atronadores aplausos de la multitud.
A continuación, el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa (RDC), bendijo al Pontífice antes de que el cardenal filipino Luis Antonio Tagle le entregara el Anillo del Pescador, segundo signo que vincula al nuevo Papa con la larga historia de la Iglesia católica. Por último, doce representantes del Pueblo de Dios -tres cardenales de América y Oceanía, seguidos de un obispo, un sacerdote peruano, un diácono italiano, dos representantes de órdenes religiosas y cuatro laicos- prometieron simbólicamente obediencia al nuevo Papa.
En la plaza, Maxime, seminarista de la diócesis de Córcega, observa atentamente la misa. Forma parte de un grupo de mil 500 corsos que han venido en peregrinación diocesana y se siente un «privilegiado». Confiesa su alegría por vivir este acontecimiento con la comunidad de fieles de la isla, «movilizados en número», y recuerda que ya había muchos de ellos en el consistorio durante el cual su obispo, François Bustillo, fue creado cardenal en 2023. También recuerda el último viaje del Papa fuera de Italia, a Ajaccio, el 15 de diciembre.
«Ahora podemos acompañar a León XIV al inicio de su pontificado en este gran momento de comunión», dice el seminarista, destacando la presencia de muchos jóvenes entre la «delegación» isleña. «Este Papa es una continuación del Papa Francisco», afirma, destacando sus orígenes y su labor misionera en Perú como una verdadera oportunidad para la Iglesia.
«Hermanos y hermanas, es la hora del amor»
Más tarde, el Papa León XIV también rindió homenaje al Papa Francisco en su homilía, diciendo que había sentido su presencia en la Misa. «Con temor y temblor, vengo a vosotros como un hermano que quiere ser servidor de vuestra fe y de vuestra alegría», dijo el Papa americano a la multitud. Dijo que quería que su pontificado se basara en «las dos dimensiones de la misión confiada a Pedro por Jesús: Amor y Unidad».

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«En nuestro tiempo, todavía vemos demasiadas discordias, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo al otro, por un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres», lamentó el Pontífice. Antes de insistir en su mensaje: «Hermanos y hermanas, ésta es la hora del amor», entre grandes aplausos de los fieles.
Un mensaje universal de unidad que volvió a transmitir al final de la misa en sus llamamientos al Regina Caeli, rezando por la población de Gaza, por el progreso de las negociaciones «para una paz justa y duradera» en Ucrania, y por las víctimas de la guerra civil que asola Myanmar.
Una larga fila de Jefes de Estado
Mientras los fieles evacuaban lentamente la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV regresó a la Basílica de San Pedro, donde durante una hora y cuarto saludó a las 156 delegaciones extranjeras que habían acudido para asistir a la inauguración oficial de su pontificado. Altezas reales, presidentes y jefes de Estado y de Gobierno se sucedieron.
En particular, el Pontífice saludó a la delegación italiana, de la que formaban parte el Presidente Sergio Mattarella y la Primera Ministra Giorgia Meloni, seguida de la delegación peruana, encabezada por la Presidenta Dina Boluarte. A continuación llegó el Vicepresidente J.D. Vance por Estados Unidos, que había incluido en su delegación al hermano del nuevo Papa, lo que dio lugar a un emotivo reencuentro.
Otros invitados de alto nivel fueron el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, y los Reyes de Bélgica, Felipe y Matilde. Por parte francesa, el Primer Ministro François Bayrou saludó al nuevo Papa durante unos veinte segundos.

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