Estas palabras, pronunciadas durante la última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él hizo: Jesús dio la vida por sus amigos. Amigos que no lo habían comprendido, que en el momento crucial lo abandonaron, traicionaron y renegaron. Esto nos dice que Él nos ama aun sin ser merecedores de su amor: ¡así nos ama Jesús! De este modo, Jesús nos muestra el camino para seguirlo, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple precepto, que permanece siempre como algo abstracto o exterior a la vida. El mandamiento de Cristo es nuevo, porque Él, en primer lugar, lo realizó, le dio carne, y así la ley del amor se escribe una vez para siempre en el corazón del hombre (cf. Jer 31, 33). Y ¿cómo está escrita? Está escrita con el fuego del Espíritu Santo. Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, podemos caminar también nosotros por este camino. (Regina Caeli, 10 mayo 2015)
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos llama amigos.
Los psicólogos nos dicen que un verdadero amigo es alguien que nos ha visto en nuestro peor momento y aún nos ama. Si me has encontrado solo en mis mejores días no tengo ninguna garantía de que seas mi amigo. Pero si has estado conmigo cuando era el más desagradable y aún así todavía me amas, entonces estoy seguro que eres mi amigo.
Una vieja canción Gospel dice: “¡Qué buen amigo tenemos en Jesús!”. Ello no es un sentimentalismo piadoso sino el corazón del asunto. Lo que los primeros cristianos vieron en la muerte y resurrección de Jesús fue que matamos a Dios, y Dios regresó con un amor que perdona. Nos vio en nuestro peor momento, y nos amó de todos modos.
Entonces vieron la confirmación en carne y hueso de lo que Jesús había dicho la noche anterior a su muerte: “Ya no los llamo esclavos … Yo los llamo amigos”. Ellos se dieron cuenta, en el drama del misterio Pascual, que no solo se nos ha mostrado un nuevo camino sino que hemos sido llevados a una nueva vida, una vida de amistad con Dios.
Pancracio, Santo
Mártir, 12 de Mayo
Mártir Adolescente
Martirologio Romano: San Pancracio, mártir, que, según la tradición, murió en Roma, en plena adolescencia por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliarios de la Urbe. El papa san Símaco levantó una célebre basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio I Magno convocaba a menudo al pueblo en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. En este día se conmemora la sepultura de este mártir romano (s. IV in.).
Etimológicamente: Pancracio = Aquel que es totalmente fuerte, es de origen griego.
Breve Biografía
Huérfano de 14 años traído a Roma por su tío. Se convirtió a la fe y fue martirizado al día siguiente de su bautismo, rechazando premios y ayudas para el futuro si renegaba de su fe. Luego de dar las gracias a sus verdugos, no dudó en sacrificar su juventud para mantenerse fiel a Cristo.
Nacido en Frigia, provincia romana del Asia Menor. Su padre era un noble pagano llamado Cleonio que falleció cuando el niño tenía siete años. Pancracio fue a vivir con su tío paterno, Dionisio, quien fue un excelente modelo. Se trasladaron a Roma cuando el niño tenía diez años.
Dionisio y Pancracio tienen un criado cristiano que los evangeliza y los pone en contacto con el Papa. Así conocen a fondo el cristianismo y se convierten. Fueron bautizados y recibieron la comunión. Enseguida se despojaron de muchas posesiones en favor de los pobres.
El emperador Diocleciano, decretó una persecución (la última del imperio romano) contra el Cristianismo. Al poco tiempo Pancracio fue denunciado al emperador, quien conocía a su difunto padre. Le dijeron «El hijo de Cleonio de Frigia se ha hecho cristiano y está distribuyendo sus haciendas entre viles personas; además, blasfema horriblemente contra nuestros dioses».
Diocleciano mando llamar a Pancracio y conversó largo tiempo con el, tratando de persuadirlo a que renunciase a Jesucristo. Al no lograrlo le condenó a muerte. En el lugar del martirio Pancracio se arrodilló, levantó los ojos y las manos al cielo, dando gracias al Señor porque había llegado a ese momento. Le cortaron la cabeza. Por la noche una noble señora, llamada Octavila, hizo recoger su cuerpo, lo embalsamó, lo amortajó con un lienzo precioso e hizo que lo entierren en un sepulcro nuevo, cerca del lugar del martirio.
El Papa Vitaliano envió sus reliquias desde el cementerio de Calepodius en Roma a Inglaterra para evangelizar y para instalar en los altares. San Agustín de Canterbury dedicó la primera Iglesia de Inglaterra a San Pancracio.
Es titular de una Basílica romana. Aquí los que habían sido bautizados el Sábado de Gloria dejaban sus vestidos blancos en el domingo octava de la Resurrección (llamado Dominica in Albis). Era un acto conclusivo de la Pascua. Sobre la tumba de San Pancrasio renovaban el juramento de fidelidad a Jesucristo. Desde entonces ha sido un santo muy amado, protector de inocentes y de las víctimas de la perjurio.
Patrón contra falsos testimonios, contra perjurio, juramentos, tratados, dolores de cabeza y calambres.
ORACIÓN
Glorioso mártir de Jesucristo,
amable protector mío, San Pancracio,
ya que el Señor escucha tan favorablemente tus ruegos,
ayudando espiritual y temporalmente
a los que piden sus gracias por tu intercesión,
atiende la petición que,
con humilde confianza en la bondad de Dios
y apoyado en tu poderoso valimiento,
elevo al cielo en mi presente necesidad.
(Aquí hágase la petición que se desea conseguir del Santo.)
Ya que tu grande amor a Dios
te animó a ofrecer la vida en testimonio de la fe,
obten para mí este mismo amor y esta
fortaleza en la práctica y en la confesión de la fe.
Para alcanzar tu continua protección sobre mí
y sobre mi familia,
te ofrezco ser fiel en el cumplimiento de la ley de Dios
y en los deberes de mi estado,
y procuraré agradarte con la frecuente recepción de los santos Sacramentos.
Sirviendo a Dios y ayudado por ti,
espero gozar de tu compañía en el cielo.
Amén.
Esto es lo que nos ha mandado Dios
Santo Evangelio según san Juan 15, 12-17. Viernes V de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios
Dios mío, heme aquí presente, con la ilusión de poder unirme a ti. En este mundo en que todo avanza velozmente, en donde todo parece indispensable y en donde cada cosa reclama atención inmediata -sin dar lugar a ninguna pausa- yo deseo detenerme un instante. Pues quiero hablar con mi Dios. Todo, absolutamente todo lo coloco en tus manos. Así, ofreciéndote todo interés y preocupación, me dispongo a regalarte este momento únicamente a ti –pues eres Tú quien primero me lo ha regalado. Gracias por llamarme a estar contigo. Hazme escuchar tu palabra con sencillez.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 12-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”: fueron estas las palabras que brotaron de tu corazón. El único deseo, la única ilusión que querías satisfacer con tu venida al mundo, es que comprendiéramos cómo nos amabas. La idea de la cruz estremecía constantemente tu corazón, pero el móvil de tu amor por nosotros te impulsaba incluso a perseguirla. Nos hablaste de tu pasión y en la hora cercana al momento en que nos darías la muestra plena de tu amor por nosotros, nos llamaste amigos e insististe en que «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» y que «a ustedes los llamo amigos». «Les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre». Y me diste a conocer y me invitas a renovar la experiencia de tu amor, de tu misericordia, de la entrega en servicio de mi prójimo, de vivir un martirio cotidiano por darte gloria, por alcanzar la felicidad en imitarte a ti.
Yo soy un alma indigna de ti, Maestro y Señor mío. No merezco tu amor, pues tantas veces he caído y he amado el mundo en menoscabo de tu amor.
Pero Tú, Cristo misericordioso, vienes a decirme «no son ustedes los que me han elegido», sino que eres Tú quien me escogió para experimentar tu amor. «Soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca», eres Tú quien me eligió para que vaya y dé el fruto que brota de la gratitud de saberme un alma amada en medio de mi pequeñez.
Eres Tú quien me invita a anunciar tu nombre con el testimonio de mi vida, en medio de este mundo que ha olvidado el verdadero rostro misericordioso de su Dios. Y si alguna vez olvidara, Señor, por qué me elegiste, hazme simplemente volver a contemplar tu misericordia en la cruz. Si alguna vez olvidara cómo he de dar un fruto, y un fruto que permanezca, hazme recordar tus palabras «esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros». Amén.
«Estas palabras, pronunciadas durante la Última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él ha hecho: Jesús dio la vida por sus amigos. Amigos que no le habían entendido, que en el momento crucial le abandonaron, traicionaron y renegaron. Esto nos dice que Él nos ama, a pesar de no merecer su amor. Así nos ama Jesús. De esta manera, Jesús nos muestra el camino para seguirle, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple precepto, que siempre es algo abstracto o ajeno a la vida. El mandamiento de Cristo es nuevo porque Él fue el primero en realizarlo, le dio carne, y así la ley del amor se escribe una vez y para siempre en el corazón del hombre».
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de mayo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Señor, en el deseo de experimentarte cada vez más profundamente, invitaré a mi familia a rezar juntos durante la noche. Una oración espontánea, sencilla, de gratitud y confianza.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Treinta días de oración a la Reina del Cielo.
Flor del 12 de mayo: Madre del buen ejemplo
Meditación: “Sigue fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2,10). María la más fiel… “hágase en mí según Tu Palabra”. Grande fue la fe de María, quien cumplió a la perfección la Santa Voluntad de Dios, ya que a El todo entregó. En el Calvario a su Hijo dio y confiada con llagas en su Corazón esperó la Resurrección. ¿Somos realmente “fieles” a Dios y a Su Iglesia, cuando no cumplimos nuestro deber, cuando no nos comprometemos con el Señor y tenemos un tibio corazón lleno de vanidad y sin amor?. ¿Somos ejemplo como María, o somos un alma sin vida que no cumple con lo que Dios dicta?. Pregúntate en éste día: ¿he favorecido con mis obras y palabras al Señor, o al maligno?. Sigamos a María con un corazón pequeño y recto.
Oración: ¡Oh Madre que nos guiaste, que todo entregaste!. Dígnate Madre a enseñarnos y a llevarnos siempre de tu mano, para que seamos realmente cristianos, perteneciendo a Cristo, tu Hijo Amado. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser un Jesús y una María para los que nos rodean, como testimonio de cristiandad.
San Pancracio, protector de los comerciantes
Tenemos muy pocos datos históricos acerca de san Pancracio y, sin embargo, su devoción está extendida por todo el mundo desde la Edad Media
Pancracio nació en Frigia (Asia Menor), región romana situada en la actual Turquía. A los 15 años, el 12 de mayo del 304, fue decapitado cerca de la Vía Aurelia.
Su ejemplo como mártir hizo que se le dedicara una basílica en Roma, en torno al año 500. El templo está próximo a donde murió.
San Gregorio Magno, un siglo después, le dedicó una homilía el día de su natalicio.
Santo patrón
A él se encomiendan los pobres y los comerciantes que piden sacar adelante su negocio. De ahí que sea una costumbre muy popular tener una imagen de san Pancracio en la tienda.
Vela
© Santeria Milagrosa Tiene la solución / Flickr / CC
Se hace romería de san Pancracio en La Roda de Andalucía (Sevilla), durante el segundo fin de semana de mayo, y en Valverde del Camino (Huelva), en el mes de junio.
Oración a san Pancracio
Glorioso mártir de Jesucristo, amable protector mío, san Pancracio,
ya que el Señor escucha tan favorablemente tus ruegos,
ayudando espiritual y temporalmente a los que piden sus gracias por tu intercesión, atiende la petición que, con humilde confianza en la bondad de Dios
y apoyado en tu poderoso valimiento, elevo al cielo en mi presente necesidad
(hágase la petición)
Ya que tu gran amor a Dios te animó a ofrecer la vida en testimonio de la fe,
obtén para mí este mismo amor y esta fortaleza en la práctica y en la confesión de la fe.
Para alcanzar tu continua protección sobre mí y sobre mi familia,
te ofrezco ser fiel en el cumplimiento de la ley de Dios y en los deberes de mi estado,
y procuraré agradarte con la frecuente recepción de los sacramentos.
Sirviendo a Dios y ayudado por ti, espero gozar de tu compañía en el cielo.
Amén.