.

 

 

Referencias Bíblicas
• Matthew 13:24-30
• Obispo Robert Barron

 

El enemigo sembrando cizaña (1540), Heinrich Füllmaurer, pieza de un altar en Montbéliard.

Amigos, nuestro Evangelio de hoy es acerca de la parábola del trigo y la cizaña. Dios siembra la buena semilla, su palabra, su amor y compasión, pero este proyecto encuentra oposición. Y el mal es tal que se mezcla en el mismo tejido del bien.



En teología clásica se habla del mal como una privatio boni, una privación de lo bueno. Esto significa que el mal siempre y en todas partes es un parásito del bien. Y como un parásito vive del cuerpo sano (y por lo tanto lo debilita), así el mal moral vive del alma buena, de la sociedad buena, de la Iglesia buena (y los debilita).



¿Cuál es el resultado? Es excepcionalmente difícil sacar al mal de lo bueno sin dañar lo que es bueno. Por ello es extremadamente difícil —y a menudo contraproducente— ir tras estos males con el espíritu de las cruzadas.



Ciertamente algunos males simplemente deben abordarse —en ese momento, sin preguntas, sin vacilaciones. Pero hay otros males (y son males de verdad) que es mejor dejarlos solos por el momento, no sea que se haga más daño en el proceso de extraerlos.

 

 

El Papa a Pax Christi USA: sean creadores de paz y reconciliación en un mundo en guerra

En un mensaje a la asamblea nacional del movimiento católico, reunida en Detroit desde el 24 de julio hasta el domingo 27, León XIV recuerda que, sobre todo en las periferias, la Iglesia está llamada a ser instrumento de reconciliación y que es necesario trabajar para construir «casas de paz» y desactivar las hostilidades.

 

 

Vatican News

«Paz» es la palabra que el Papa León repite en cada encuentro desde el inicio de su magisterio. Es lo que más le preocupa, sobre todo ante un mundo desgarrado por la violencia y la guerra. También la repite en el mensaje, fechado el 20 de julio, enviado a Pax Christi USA, que el 24 de julio inauguró la Asamblea Nacional semestral en Detroit, Míchigan, y que está programada hasta el domingo 27.

«En medio de tantos desafíos —escribe el Pontífice— a los que se enfrenta nuestro mundo en este momento, entre los que se encuentran los conflictos armados difusos, las divisiones entre los pueblos y los desafíos relacionados con la migración forzada, los esfuerzos por promover la no violencia son más necesarios que nunca». Por lo tanto, recuerda las palabras del Cristo resucitado que pronunció palabras de paz a los apóstoles, «una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante», como repitió en el «Urbi et Orbi» del 8 de mayo de 2025.

Es necesario, por lo tanto, que los seguidores de Jesús, a quienes él sigue enviando, «se conviertan en creadores de paz en su vida cotidiana». «En las parroquias, en los barrios y, sobre todo, en las periferias, es aún más importante que una Iglesia capaz de reconciliación esté presente y sea visible». La invitación a Pax Christi es transformar las comunidades locales en «casas de paz», «donde se aprende a desactivar la hostilidad a través del diálogo, donde se practica la justicia y se custodia el perdón». Un camino a recorrer para convertirnos en hermanos y hermanas.

 

 

San Joaquín y Santa Ana

Los padres de la Virgen María, 26 de julio

 

 

Por: P. Jesús Martí Ballester
Fuente: Catholic.net
Un matrimonio santo

Martirologio Romano: Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.

Breves Biografías

San Joaquín



Joaquín (Yahvé prepara) fue el padre de la Virgen María, madre de Dios. Según San Pedro Damián, deberíamos tener por curiosidad censurable e innecesaria el inquirir sobre cuestiones que los evangelistas no tuvieron a bien relatar, y, en particular, acerca de los padres de la Virgen.



Con todo, la tradición, basándose en testimonios antiquísimos y muy tempranamente, saludó a los santos esposos Joaquín y Ana como padre y madre de la Madre de Dios.



Ciertamente, esta tradición parece tener su fundamento último en el llamado Protoevangelio de Santiago, en el Evangelio de la Natividad de Santa María y el Pseudomateo o Libro de la Natividad de Santa María la Virgen y de la infancia del Salvador; este origen es normal que levantara sospechas bastante fundadas.



No debería olvidarse, sin embargo, que el carácter apócrifo de tales escritos, es decir, su exclusión del canon y su falta de autenticidad no conlleva el prescindir totalmente de sus aportaciones.



En efecto, a la par que hechos poco fiables y legendarios, estas obras contienen datos históricos tomados de tradiciones o documentos fidedignos; y aunque no es fácil separar el grano de la paja, sería poco prudente y acrítico rechazar el conjunto indiscrimadamente.




Algunos comentaristas, que opinan que la genealogía aportada por San Lucas es la de la Virgen, hallan la mención de Joaquín en Helí (Lucas, 3, 23; Eliachim, es decir, Jeho-achim), y explican que José se había convertido a los ojos de la ley, a fuer de su matrimonio, en el hijo de Joaquín. Que esa sea el propósito y la intención del evangelista es más que dudoso, lo mismo que la identificación propuesta entre los dos nombres Helí y Joaquín.



Tampoco se puede afirmar con certeza, a pesar de la autoridad de los Bollandistas, que Joaquín fuera hijo de Helí y hermano de José; ni tampoco, como en ocasiones se dice a partir de fuentes de muy dudoso valor, que era propietario de innumerables cabezas de ganado y vastos rebaños.



Más interesantes son las bellas líneas en las que el Evangelio de Santiago describe, cómo, en su edad provecta, Joaquín y Ana hallaron respuesta a sus oraciones en favor de tener descendencia.



Es tradición que los padres de Santa María, que aparentemente vivieron primero en Galilea, se instalaron después en Jerusalén; donde nació y creció Nuestra Señora; allí también murieron y fueron enterrados.



 

El sacrificio de Joaquín, pintura de Giotto, primera década del siglo XIV (Capilla de la Arena, Padua)

 

Una iglesia, conocida en distintas épocas como Santa María, Santa María ubi nata est, Santa María in Probática, Sagrada Probática y Santa Ana fue edificada en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena, en el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, y sus tumbas fueron allí veneradas hasta finales del siglo IX, en que fue convertida en una escuela musulmana.



La cripta que contenía en otro tiempo las sagradas tumbas fue redescubierta en 1889. San Joaquín fue honrado muy pronto por los griegos, que celebran su fiesta al día siguiente de la de la Natividad de Ntra. Señora. Los latinos tardaron en incluirlo en su calendario, donde le correspondió unas veces el 16 de septiembre y otras el 9 de diciembre.



Asociado por Julio II [el de la capilla Sixtina] al 20 de marzo, la solemnidad fue suprimida unos cinco años después, restaurada por Gregorio XV (1622), fijada por Clemente XII (1738) en el domingo posterior a la Asunción, y fue finalmente León XIII [el de la Rerum Novarum] quien, el 1 de agosto de 1879, dignificó la fiesta de estos esposos que se celebró por separado hasta la última reforma litúrgica.


Santa Ana

 

Ana (del hebreo Hannah, gracia) es el nombre que la tradición ha señalado para la madre de la Virgen. Las fuentes son las mismas que en el caso de San Joaquín. Aunque la versión más antigua de estas fuentes apócrifas se remonta al año 150 d.C., difícilmente podemos admitir como fuera de toda duda sus variopintas afirmaciones con fundamento en su sola autoridad.

En Oriente, el Protoevangelio gozó de gran autoridad y de él se leían pasajes en las fiestas marianas entre los griegos, los coptos y los árabes. En Occidente, sin embargo, como ya te adelanté con San Joaquín, fue rechazado por los Padres de la Iglesia hasta que su contenido fue incorporado por San Jacobo de Vorágine a su Leyenda Áurea en el siglo XIII.

A partir de entonces, la historia de Santa Ana se divulgó en Occidente y tuvo un considerable desarrollo, hasta que Santa Ana llegó a convertirse en uno de los santos más populares también para los cristianos de rito latino.

El Protoevangelio aporta la siguiente relación: En Nazaret vivía una pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando con ocasión de cierto día festivo Joaquín se presentó a ofrecer un sacrificio en el templo, fue arrojado de él por un tal Rubén, porque los varones sin descendencia eran indignos de ser admitidos.

Joaquín entonces, transido de dolor, no regresó a su casa, sino que se dirigió a las montañas para manifestar su sentimiento a Dios en soledad. También Ana, puesta ya al tanto de la prolongada ausencia de su marido, dirigió lastimeras súplicas a Dios para que le levantara la maldición de la esterilidad, prometiendo dedicar el hijo a su servicio.

Sus plegarias fueron oídas; un ángel se presentó ante Ana y le dijo: «Ana, el Señor ha visto tus lágrimas; concebirás y darás a luz, y el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo». El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, que volvió al lado de su esposa. Ana dio a luz una hija, a la que llamó Miriam.

Dado que esta narración parece reproducir el relato bíblico de la concepción del profeta Samuel, cuya madre también se llamaba Hannah, la sombra de la duda se proyecta hasta en el nombre de la madre de María.

El célebre Padre John de Eck de Ingolstadt, en un sermón dedicado a Santa Ana (pronunciado en París en 1579), aparenta conocer hasta los nombres de los padres de Santa Ana. Los llama Estolano (Stollanus) y Emerencia (Emerentia).

 

Afirma que la santa nació después de que Estolano y Emerencia pasaran veinte años sin descendencia; que San Joaquín murió poco después de la presentación de María en el templo; que Santa Ana casó después con Cleofás, del cual tuvo a María de Cleofás; la mujer de Alfeo y madre de los apóstoles Santiago el Menor, Simón y Judas Tadeo, así como de José el Justo.

Después de la muerte de Cleofás, se dijo que casó con Salomas, de quien trajo al mundo a María Salomé (la mujer de Zebedeo y madre de los apóstoles Juan y Santiago el Mayor).

La misma leyenda espuria se halla en los textos de Gerson y en los de muchos otros. Allí surgió en el siglo XVI una animada controversia sobre los matrimonios de Santa Ana, en la que Baronio y Belarmino defendieron su monogamia.

En Oriente, al culto a Santa Ana se le puede seguir la pista hasta el siglo IV. Justiniano I hizo que se le dedicara una iglesia. El canon del oficio griego de Santa Ana fue compuesto por San Teófanes, pero partes aún más antiguas del oficio son atribuidas a Anatolio de Bizancio.

Su fiesta se celebra en Oriente el 25 de julio, que podría ser el día de la dedicación de su
primera iglesia en Constantinopla o el aniversario de la llegada de sus supuestas reliquias a esta ciudad (710).

Aparece ya en el más antiguo documento litúrgico de la Iglesia Griega, el Calendario de
Constantinopla (primera mitad del siglo VIII). Los griegos conservan una fiesta común de San Joaquín y Santa Ana el 9 de septiembre.

En la Iglesia Latina, Santa Ana no fue venerada, salvo, quizás, en el sur de Francia, antes del siglo XIII. Su imagen, pintada en el siglo VIII y hallada más tarde en la Iglesia de Santa María la Antigua de Roma, acusa la influencia bizantina.

Su fiesta, bajo la influencia de la Leyenda Áurea, se puede ya rastrear (26 de julio) en el siglo XIII, en Douai. Fue introducida en Inglaterra por Urbano VI el 21 de noviembre de 1378, y a partir de entonces se extendió a toda la Iglesia occidental. Pasó a la Iglesia Latina universal en 1584.

 

 

Santa Ana es la patrona de Bretaña. Su imagen milagrosa (fiesta, 7 de marzo) es venerada en Notre Dame d´Auray, en la diócesis de Vannes.

También en Canadá -donde es la patrona principal de la provincia de Québec- el santuario de Santa Ana de Beaupré es muy famoso.

Santa Ana es patrona de las mujeres trabajadoras; se la representa con la Virgen María en su regazo, que también lleva en brazos al Niño Jesús. Es además la patrona de los mineros, que comparan a Cristo con el oro y con la plata a María.

Jesús Martí Ballester

 

 

¿Qué hacer ante el mal?

Santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30.

 

 

Sábado 16ª semana de tiempo ordinario
Por: H. Francisco J. Posada, LC
Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, dame tu luz para ver las cosas como Tú las ves y actuar como Tú actúas.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30



En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.

Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’. El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’. Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero'».



Palabra del Señor.




 

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Muchas veces nos preguntamos por qué hay tanto mal en el mundo y por qué la gente inocente también tiene que sufrir. La cizaña de la que habla el Evangelio es un tipo de respuesta a la situación del mal en el mundo. Tenemos que pedirle al Señor que nos ilumine para saber cuándo actuar y qué hacer porque, de otra manera, las cosas nos saldrían peor de lo que están.

El discernimiento, que es saber que haría Cristo, nos ayuda a comprender cómo llevar nuestra vida para nuestro bien y el de los demás, porque la actitud de desesperación no es una actitud cristiana. Debemos reconocer que solos no podemos con todos nuestros problemas porque nos superan, pero confiando en el Señor y aprendiendo de Él a través de la oración y la lectura del Evangelio podemos salir delante y hacerle frente a nuestros males. Al final, los que hayan cumplido la voluntad de Dios serán recompensados, los otros no.

 

«El cristiano sabe que el Reino de Dios, su Señoría de amor está creciendo como un gran campo de grano, aunque en medio está la cizaña. Siempre hay problemas, están los chismorreos, están las guerras, están las enfermedades… están los problemas. Pero el grano crece, y al final el mal será eliminado. El futuro no nos pertenece, pero sabemos que Jesucristo es la gracia más grande de la vida: es el abrazo de Dios que nos espera al final, pero que ya desde ahora nos acompaña y nos consuela en el camino. Él nos conduce a la gran “tienda” de Dios con los hombres, con muchos otros hermanos y hermanas, y llevaremos a Dios el recuerdo de los días vividos aquí abajo. Y será bonito descubrir en ese instante que nada se ha perdido, ninguna sonrisa y ninguna lágrima. Por mucho que nuestra vida haya sido larga, nos parecerá haber vivido en un suspiro». (Audiencia de S.S. Francisco, 23 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En un rato de oración, le pediré al Espíritu Santo que me ilumine para conocer qué es lo que Dios quiere de mí hoy.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

Siete armas espirituales de santa Catalina de Bolonia

Santa Catalina de Bolonia, que vivió entre castillos y monasterios, nos dejó siete armas espirituales muy útiles para vencer las asechanzas del enemigo

 

 

Santa Catalina de Bolonia fue una mujer muy culta y devota, lo que la hizo capaz de legar a los cristianos las siete armas espirituales necesarias para combatir al enemigo.

Santa Catalina y Jesús

Catalina nació entre 1413 y 1463 en la ciudad de Bolonia, Italia. Su padre era diplomático y ella se educó en la corte de los Este. La familia Este era muy devota de la cultura e hizo de la región un centro artístico de la época. Por ello, Catalina aprendió pintura, poesía y literatura.

Todos los conocimientos que adquirió en la corte fueron importantes para su decisión de dedicarse a la realeza de Jesús. En 1456 fundó un monasterio de clarisas. Allí vivió como un importante punto de referencia místico y espiritual para la gente.

Cuando murió, muchas personas presenciaron milagros al tocar su tumba, por lo que, al cabo de 18 días, fue exhumada y su cuerpo quedó intacto. Entonces se vistió con el hábito religioso y se colocó en una silla para la veneración de los fieles, y así sigue después de más de 500 años.

Las armas espirituales

Entre las obras de Santa Catalina figura el libro Las siete armas espirituales, en el que ve la vida cristiana como una lucha contra el mal con las armas del bien. Resume los principales puntos de orientación para la vida.

Te puede interesar :Santa Catalina de Bolonia, la monja que lleva más de 500 años sentada en una silla

1 Diligencia debida

La primera arma consiste en la solicitud de actuar bien. Así se descarta la pereza o la falta de voluntad para hacer lo que hay que hacer. Actuar moralmente bien es la prioridad del cristiano.

2 Desconfianza

La segunda arma es en realidad una advertencia. La duda de uno mismo es un recordatorio de que las propias fuerzas no son capaces de todo. Por mucho que debas confiar en ti mismo, es importante saber que tu confianza debe estar en Dios.

3 Confianza

La tercera arma es confiar en Dios, sabiendo que su amor hace maravillas. Para una batalla en la que las fuerzas humanas pueden no tener éxito, es importante confiar en Dios, que no abandona a quienes se confían a él.

4 Conmemoración de la pasión de Cristo

Santa Catalina nos dice que recordemos siempre la encarnación de Jesús, su vida y sus enseñanzas, y el dolor y el sufrimiento que padeció por la salvación del mundo. También dice que la pasión de Jesús es la sabiduría que conduce a la victoria.

Te puede interesar :El perdón: una decisión que sana el alma

5 Recuerdo de la propia muerte

También recuerda santa Catalina la enseñanza del apóstol de «hacer el bien mientras haya tiempo», porque la vida es finita y hay que ser conscientes de ello y aprovechar el tiempo lo mejor posible, precisamente para hacer el bien.

6 La gloria de Dios

 

Tener presente la vida gloriosa al lado de Dios es un punto de referencia y la meta de la vida. Las cosas temporales no deben ser el punto de referencia del cristiano, sino que los valores que conducen a la vida eterna deben guiar la vida de fe.

7 Las Sagradas Escrituras

Para vencer al enemigo, la séptima arma es la memoria de la Sagradas Escrituras. Al igual que Jesús se debatió con el tentador en el desierto recordando la Escritura, es importante que los cristianos tengan versículos de la Biblia en la punta de la lengua. Según el santo, familiarizarse con la Palabra de Dios es un medio de tener una guía para nuestros pensamientos y acciones.

Te puede interesar :(VIDEO) El recorrido de Santiago apóstol por Europa

Te puede interesar :Una oración para dar gracias por la educación para la vida