MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA 
LUCAS 24, 13-35 

Amigos, en el Evangelio de hoy dos discípulos se encuentran con Jesús en el camino a Emaús. Él les pregunta de qué están hablando y uno de ellos le brinda toda la información. 

Entonces Jesús les dice: “¡Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!”. Luego relata para ellos toda la historia bíblica, y muestra cómo culmina en el Mesías que se ofrece en sacrificio para la salvación del mundo.

Cuando se acercaron al pueblo al cual se dirigían, Jesús “hizo ademán de seguir adelante”, pero ellos insistieron para que se quedara. Luego, sentándose con ellos a la mesa, “tomó pan, dijo la bendición, lo partió y se los dio”. Repitiendo los grandes gestos de la Última Cena, Jesús les hace presente el sacrificio de la cruz.

Los temas del banquete. sagrado y el sacrificio que hizo posible el banquete se entrelazan y resumen la historia de Israel que Él les había narrado en el camino. En ese momento, cuando las Escrituras, la comida y el sacrificio se combinan en una coherente unión, lo reconocieron; y allí Él se vuelve realmente presente para ellos

En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar

En esta primera lectura, un lisiado de nacimiento pide a Pedro y Juan lo que a todos, algo de dinero. Pero se encuentra con la grata sorpresa de que Pedro le ofrece algo mejor: la curación de su limitación física, gracias al poder que había recibido de Jesucristo Nazareno. El curado “entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios”. 

El poder de hacer curaciones corporales se le ha dado Jesús a pocos de sus seguidores. Pero a todos sus seguidores, a todos nosotros, junto con su amistad, nos ha regalado su evangelio, su buena noticia, la que es capaz de llenar nuestro corazón de alegría, de sentido, de esperanza. Y es ese mismo regalo el que debemos ofrecer a los que nos rodean para que se realice en ellos el milagro de su corazón, donde Jesús y su evangelio reinen. Con Jesús y su buena noticia se vive mejor. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”.

Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída

El evangelio de hoy nos relata el pasaje del encuentro de Jesús con los dos discípulos de Emaús. Jesús, sin darse a conocer, se puso a caminar con ellos. Y hablaron, cómo no, de los últimos acontecimientos vividos, es decir, de la pasión y muerte de Jesús. Estos dos discípulos se quedaban ahí, en la muerte, no eran capaces de llegar a la resurrección, a pesar del anuncio de algunas mujeres de su grupo de que Jesús estaba vivo y su sepulcro vacío.

Jesús, reconociendo la torpeza de estos dos seguidores suyos, con paciencia, trata de recordarles todo lo que los profetas habían anunciado de él. Le piden que se quede con ellos “porque atardece y el día va de caída”. Jesús acepta esta invitación para cenar con ellos. Estando a la mesa repitió el gesto de la última cena, “tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”. Fue entonces cuando “a ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció”.

Pidamos a Jesús que tenga paciencia con nuestra torpeza y que nos explique  cuantas veces sean necesarias quién es, para que le reconozcamos como el Hijo de Dios, crucificado, muerto y resucitado, el que permanece siempre con nosotros, el que hace latir y arder nuestro corazón al ritmo de sus palabras y de su amor.

En familia pueden celebrar juntos esta bendición para un enfermo.

Siempre que una familia católica lo requiera, pueden celebrar juntos esta bendición, con objeto de bendecir a un enfermo o enfermos, como la antiquísima costumbre de la Iglesia exige, y que tiene su origen en la manera de obrar del mismo Cristo y de los apóstoles.

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, la enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.

Oración de bendición para enfermos
Señor, Dios nuestro,
que enviaste al mundo a tu Hijo
para que sobrellevara nuestros sufrimientos
y aguantara nuestros dolores,
te pedimos por los enfermos de nuestra familia;
dales paciencia y fortaleza, reanima su esperanza;
que, con tu bendición, lleguen a superar la enfermedad
y, con tu ayuda, alcancen un completo restablecimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración para un enfermo
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
que con tu bendición levantas y fortaleces
nuestra frágil condición,
mira con bondad a este(os) servidor(es) tuyo(s);
aparta de él(ellos) la enfermedad y devuélvele(s) la salud,
para que, agradecido(s), bendiga(n) tu santo nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Un enfermo cristiano facilita la labor de los que lo aman y sabe agradecer las atenciones que recibe. Tomemos nuestra enfermedad como una oportunidad para acercarnos más a Dios en la medida en que necesitamos no sólo la salud, sino el consuelo y el auxilio de Su gracia.


JESÚS fue ejecutado en un cruz romana. Como siempre parecía que los tiranos habían vencido. Esto es lo que les afecto, que a pesar de estas palabras y acciones hermosas, al final del día el poder triunfa, al final del día los tiranos vencen. Pero luego está la Resurrección de JESUS de entre los muertos. Que fue lo que les impactó con una fuerza descomunal, que los tiranos no tenían en verdad la palabra final y que Dios tomó lo que el mundo puede posiblemente arrojarnos y lo envolvió por completo en su misericordia aun mayor y su poder aun mayor. JESUS Resucitado muestra que el amor y la misericordia de Dios son más poderosas que cualquier cosa que exista en el mundo. Eso es lo que desde el principio y comienzo del cristianismo hasta el presente hace temblar a los tiranos, porque el arma que tienen es la opresión y el miedo a la muerte. Opresión a sus enemigos… Pero si el Amor de Dios es más poderoso que lo peor de los tiranos que pueden arrojarnos, entonces se han abierto las puertas

De un NUEVO MUNDO. He hablado sobre el modo en que esto ha sido cierto desde el comienzo. Miren el modo en que estos primeros cristianos que no tenían nada, no eran parte de una organización política, salvo la valentía con la cual predicaban. El hecho de que el Cesar ejecutaran a la mayoría de sus primeros predicadores. Sabemos exactamente que estaban diciendo y sabían que su proclamación significaba que había llegado un nuevo Rey, aun así lo proclamaban con tal valentía, que daban la vida. Bueno acérquense prácticamente hasta el día de hoy.

San Juan Pablo II en Polonia, desafiando al liderazgo de este país opresivo, predicando a CRISTO Crucificado y Resucitado de entre los muertos, reveló que los tiranos ya no tienen más poder. Y es aquí la Segunda gran lección de la Pascua. La Tercera gran lección de la Resurrección es el Camino de la Salvación que se ha abierto en principio a todos. San Pablo nos lo dice en el Himno a los Filipenses 2, 5-11. Es la trayectoria descendente: ¨CRISTO SIENDO DIOS NO CONSIDERO QUE DEBIA AFERRARSE A LAS PRERROGATIVAS DE SU CONDICION DIVINA SINO QUE POR EL CONTRARIO SE ANONADO ASI MISMO, TOMANDO LA CONDICION DE SIERVO Y SE HIZO SEMEJANTE AL HOMBRE.

Pero San Pablo va más lejos, dice ¨Muerte de cruz¨. JESUS acepta la muerte de cruz que era en aquel tiempo y lugar, no había muerte más terrible que pudieran imaginar. Muere en la Cruz. Observen que el HIJO, descendió todo el camino, metiéndose en todo lo que nos fastidia. Descendió todo el camino hacia la negatividad de nuestra experiencia humana. El PADRE envía al HIJO todo el camino descendente. Si, incluso en la muerte de Cruz. Pero luego en la Resurrección, Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre, para qjue al nombre de JESUS toda rodilla se doble en el Cielo, la Tierra y en los Abismos y todos reconozcan públicamente que JESUCRISTO  ES EL SEÑOR PARA gloria de Dios PADRE. ¨Ven lo que hizo¨. El PADRE envía al HIJO todo el camino descendente para abrazar, a todos en principio a todos los que han deambulando lejos de Dios, y luego en la Resurrección el PADRE llama al HIJO de regreso a través del poder del ESPIRITU SANTO.

Por tanto, en principio, llamándonos a todos de regreso. Como he dicho anteriormente, cuando nos alejamos corriendo del PADRE, nosotros pecadores, estamos por nuestra acción corriendo a los brazos del HIJO, no hay ningún lugar finalmente donde podamos huir de la invitación de la DIVINA MISERICORDIA.

La Resurrección no es simplemente una especie de cosa milagrosa excepcional que sucedió mucho tiempo atrás. Está describiendo una dinámica presente de la Vida Espiritual. Si aceptamos la Misericordia del HIJO, luego en el HIJO podemos levantarnos y regresar al PADRE. La Resurrección significa la reunión de todas las personas a las que CRISTO ha localizado y encontrado.

Cada vez que realizamos el gesto de la Cruz estamos revelando esta verdad de que el PADRE envió al HIJO todo el camino descendente y luego reunió en la Resurrección a todos en el ESPIRITU SANTO.

Queridos Hermanos y Hermanas estas son las tres lecciones de la Gracia de la Resurrección, pero hay muchas más que podríamos extraer. Porque esto es la único que importa y el fin último -¨Si CRISTO no ha Resucitado nuestra predicación es vana. Pero EL HA RESUCITADO ese en la GRAN BUENA NUEVA y por tanto nuestra predicación no es en vano y por ello estas grandes verdades pueden animarnos hasta el día presente. Con mis mejores deseos para TODOS USTEDES con unas Felices PASCUAS y con el Aleluya. Porque lo que tanto soñaban los que habían perdido toda esperanza, ahora se había vuelto realidad. Dios PADRE ha abierto el Sepulcro de su HIJO y las ataduras de la muerte han sido rotas para siempre. Somos HIJOS EN EL HIJO con la Gloriosa VIRGEN MARIA.

Inés de Montepulciano, Santa

Virgen, 20 de abril

Martirologio Romano: En Montepulciano, en la Toscana, Italia, santa Inés, virgen, que vistió el hábito de las vírgenes a los nueve años, y a los quince, en contra de su voluntad, fue elegida superiora de las monjas de Procene, fundando más tarde un monasterio, sometido a la disciplina de santo Domingo, donde dio muestras de una profunda humildad ( 1317).

Etimológicamente: Inés = Aquella que se mantiene pura, es de origen latino.

Breve Biografía

Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.

Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de «saco» de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa.

Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió ver en ella el obispo del lugar cuando con poco más de quince años la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no sólo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.

Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, «un lugar de pecadoras», y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: «Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios».

Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.
Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.

Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no sólo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que relatando prolijamente los hechos sobrenaturales -éxtasis, visiones y milagros-, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.

Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano -una santa que habla de otra santa- la humildad, el amor a la Cruz, y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: «La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma».
Fue canonizada por S.S. Benedicto XIII en el año 1726.

Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída

Santo Evangelio según san Lucas 24,13-35. Miércoles de la Octava de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, Tú conoces mi vida, sabes mejor que yo de mis debilidades; ayúdame a perseverar en el camino hacia la santidad y que este momento de intimidad contigo, me renueve el amor que siento por ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 24,13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?».

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?». Él les preguntó: «¿Qué cosa?». Ellos les respondieron: «Lo de Jesús el Nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?». Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!».

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Aparentemente somos nosotros quienes buscamos estar con el Señor, somos nosotros quienes le pedimos que se quede junto a nosotros porque comienza el atardecer de nuestra vida. ¡Pero no!, en realidad es Él quien sale al encuentro, es Él quien se cruza en la rivera de nuestras vidas.

Con esta consciencia descubrimos que el Señor siempre está a la puerta y llama; pero el abrirle la puerta es una decisión que sólo nosotros podemos tomar. Él conoce las necesidades de nuestro corazón, Él sabe lo que realmente necesitamos y quiere llenar nuestras carencias de cariño y amor. Pero también es un caballero y respeta nuestra libertad. Dios pone siempre el noventa y nueve punto nueve por ciento en nuestras vidas pero espera que nosotros respondamos a ese uno por ciento.

No temas a Dios, no te avergüences frente a Él que te conoce mejor que tú mismo.

Ayúdame, Madre Santísima, a descubrir la felicidad plena que sólo se puede encontrar en Dios y en el cumplimiento de su voluntad, aunque aparentemente parezca algo doloroso.

«El amor de Dios no cesará nunca, ni en nuestra vida ni en la historia del mundo. Es un amor que permanece siempre joven, activo y dinámico, y que atrae hacia sí de un modo incomparable. Es un amor fiel que no traiciona, a pesar de nuestras contradicciones. Es un amor fecundo que genera y va más allá de nuestra pereza. En efecto, de este amor todos somos testigos. El amor de Dios nos sale al encuentro, como un río en crecida que nos arrolla pero sin aniquilarnos; más bien, es condición de vida: “Si no tengo amor, no soy nada”, dice san Pablo. Cuanto más nos dejamos involucrar por este amor, tanto más se regenera nuestra vida. Verdaderamente deberíamos decir con toda nuestra fuerza: soy amado, luego existo».

(Catequesis de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Estaré atento para escuchar cuando Jesús me hable y trataré de cumplir lo que me pida.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El Pan Eucarístico

No estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, que no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo

Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los hermanos católicos en sus casas. Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba reunido un grupito de hermanos evangélicos. Se asombraron muchísimo cuando de repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica. Les expliqué que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y luego participar en «la Fracción del Pan» o Santa Misa. Inmediatamente un hermano evangélico me replicó: «¡La Palabra de Dios es el único Pan de vida!» (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la Misa).

Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Este hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.

El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico

En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:

– Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es «el Pan de la Palabra» que hay que creer.

– Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19). «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).

Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con «el Pan de la Palabra». Jesús nos invita también a «comer realmente su Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».

Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es sólo una expresión figurada.

Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.

Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre

El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).

Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66). Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: «En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).

Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).
De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).

La Ultima Cena del Señor

En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.
La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios. Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.
Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: ´Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía´. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ´Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes´» (Lc. 22, 19-20).

La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados

Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:

– Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor.

– Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.
Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.

– Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc. 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.

-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).

Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes» (1Cor. 11, 26-30).

Consideraciones finales

Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: «¿Cómo puede ser eso?… ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?…»
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado.
La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.

En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.

La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.

Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía», celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados. No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.

Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:

Eucaristía porque es «acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.

Cena del Señor o Banquete del Señor porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).

Fracción del Pan porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
Comunión porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).

Santo Sacrificio porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).

Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

Antes del Padecimiento
en la noche de la Cena
el Señor con gracia plena
instituyó el Sacramento.
Su Cuerpo y Sangre sustento
eran para el pecador
por eso el Supremo Autor
en la Mesa del altar
nos dio este rico manjar
que es la fineza mayor.

Cuestionario
¿Es Jesús el Pan de Vida? ¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19? ¿Cómo lo interpretamos los católicos? ¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo? ¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida? ¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos? ¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía? ¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión? ¿Está Cristo en medio de nosotros?

«Son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva»

La Conferencia Episcopal Italiana dirigió la peregrinación de adolescentes y jóvenes a la plaza de San Pedro.

“Queridos chicos y chicas, no tienen la experiencia de los grandes, pero tienen el ‘olfato’ del discípulo amado”, les dijo el Papa Francisco a los miles de adolescentes y jóvenes italianos que se reunieron en la plaza de San Pedro este lunes de Pascua.

La alegría de la Resurrección de Señor se reflejaba en los jubilosos bailes y cantos de los jóvenes que se reunieron con el Santo Padre.  

Fue un encuentro de oración, testimonio y diálogo. El Pontífice dirigió la oración y los asistentes confirmaron su fe en Cristo Resucitado, también escuchó atentamente los testimonios de adolescentes que compartieron sus inquietudes, dificultades y esperanzas.

Luego de la proclamación del Evangelio (Jn 21, 1-19) de la aparición del Resucitado a los discípulos en la barca, y en el que pregunta a Pedro, sí le amaba, y le dice “Sígueme”. El Papa reflexionó sobre las esperanzas que dan el encuentro con Jesús vivo.   

¿Cuántas veces has tenido miedo?

“Hay momentos en los que la vida nos pone a prueba, en los que nos hace sentir nuestras debilidades y nos hace sentir desnudos, impotentes, solos”, les dijo el Papa en la reflexión. Preguntándoles también: “¿Cuántas veces en este periodo te has sentido solo, lejos de tus amigos? ¿Cuántas veces has tenido miedo? No te avergüences de decir: ¡tengo miedo!”.

“La oscuridad nos pone en crisis, -dijo Francisco- sobre todo cuando levantamos nuestras redes y están vacías. Entonces no entendemos, nos preguntamos por qué… Pero después de la noche viene el día, siempre”.

El ‘olfato’ del discípulo amado

Y les exhortó a ir al encuentro de Jesús Resucitado: “Queridos chicos y chicas, no tienen la experiencia de los grandes, pero tienen el ‘olfato’ del discípulo amado. En ti está la inconsciencia de quien no se resigna al cálculo y se abre a la maravilla del encuentro. Detrás de cada regalo de la vida puedes reconocer a Aquel que lo da todo. ¡Levanten la mirada! Mira el rostro de Jesús. Y ayúdanos también a nosotros, los adultos, demasiado a menudo preocupados por los problemas, a descubrir su belleza”.

Recordando así cómo la experiencia del joven discípulo Juan, impulsó al anciano discípulo Pedro a reconocer al Resucitado.

“En cuanto Juan grita: «¡Es el Señor!», Pedro se ciñe y salta al agua. Este impulso inmediato por parte del apóstol más anciano, el que en las narraciones de los Evangelios recoge muchas malas impresiones, es conmovedor. Todo el amor generoso de Simón, conocido como Pedro, está en esa inmersión. Cuando Jesús había caído en el abismo de la pasión, Pedro había intentado salvarse, abandonando al Maestro a su suerte. Ahora, en cambio, se sumerge, ya no piensa en sí mismo sino sólo en Él, su Señor, y sólo quiere abrazarlo”.

“Sumérgete, como Pedro, en el encuentro con Jesús. Tu corazón lo reconocerá”, les insistió el Papa Francisco a los jóvenes.

No dejen que sus fragilidades los paralicen

Francisco animó a los adolescentes y jóvenes que “son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva, son el presente y el futuro. No tengan miedo de su juventud, no dejen que sus fragilidades los paralicen, no se resignen a la idea de ‘de todas formas no podemos hacer nada’. Todo el mundo puede y debe hacer su parte. La construcción de la paz inicia de la pequeñez de nuestras relaciones, del cuidado de los sentimientos que cultivamos en nuestro corazón, de la sensibilidad ante el sufrimiento que encontramos. La paz empieza en nosotros: piensa en esto cuando te enfades o discutas con alguien”.

«¡Sígueme!»

Al final, el Santo Padre recordó que el diálogo entre Pedro y Jesús termina con una invitación: «¡Sígueme!», que también es el lema de esta peregrinación.  

“Jesús nos repite una y otra vez: «¡Sígueme!». No importa si somos grandes o pequeños, fuertes o débiles, si tenemos más victorias o más derrotas. Jesús sigue repitiendo a Pedro y a cada uno de nosotros: ¡Sígueme!».

Hablando en un lenguaje juvenil, les dijo el Papa, “seguir” no solamente como en las redes sociales. El “Sígueme» de Jesús,  “es una invitación al amor, una invitación a sentirlo en vuestro corazón, a dar lo mejor de vosotros mismos”.

Es un mito que la marihuana no tiene toxicidad

Uno de los estudios más amplios sobre los efectos en la salud del uso persistente de cannabis revela que deteroria el coeficiente intelectual y que afecta la memoria y otras funciones mentales. Los daños, aseguran los científicos, son irreversibles

Por: Universidad de Duke, Carolina del Norte | Fuente: entremujeres.com / Clarin

Se ha instalado y crecido al amparo de discursos que la aseguran inocua. Se dice, de la marihuana, que no genera adicción, que es menos tóxica que el tabaco y que hasta puede resultar beneficiosa en algunas circunstancias. Tres «mitos» que gozan de una controvertida aceptación social y que la ciencia médica refuta a rajatabla. «Nada más alejado de la realidad», enfatizaron desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) al difundir que uno de cada cuatro pacientes en tratamiento en centros dependientes del organismo esteban siendo rehabilitados por adicción a la marihuana. Pues bien: una flamante investigación, realizada en Nueva Zelanda, asegura que su uso persistente, sobre todo en adolescentes, deteriora significativamente y de forma irreversible las funciones cerebrales.

La investigación es una de las más amplias que se han llevado a cabo sobre los efectos de la marihuana en el cerebro. Los científicos siguieron durante más de 20 años a un grupo de 1.000 jóvenes y encontraron que los que habían comenzado a usar marihuana antes de cumplir los 18 años -cuando su cerebro estaba aún desarrollándose- mostraban una reducción «significativa» en su coeficiente intelectual.

Un equipo de investigadores, dirigido por la profesora Madeline Meier de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, analizó el impacto del uso de marihuana en varias funciones neuropsicológicas de 1.037 individuos nacidos entre 1972 y 1973. Los científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años, realiándoles entrevistas y estudios periódicos. Tomaron en cuenta factores como dependencia de alcohol y/o al tabaco, uso de otras drogas y nivel de educación.

Al evaluar todos los casos, encontraron que los participantes que habían usado persistentemente marihuana mostraban un «amplio deterioro» en varias áreas neuropsicológicas, como funcionamiento cognitivo, la atención y la memoria. Quienes habían usado la droga al menos cuatro veces a la semana, año tras año, durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años, mostraron una reducción en su coeficiente intelectual. La relación, concluyel el estudio, es inapelable: cuanto más fumaba el individuo, mayor la pérdida en el CI.
Uno de los puntos mas importantes del estudio fue demostrar que el daño era irreversible. Al dejar de usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI. Es decir, los efectos neurotóxicos son clarísimos y el daño es permanente.

El estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Robin Murray, profesor de psiquiatría del King´s College de Londres, explicó que el estudio es «una investigación extraordinaria. Es probablemente el grupo de individuos que ha sido más intensamente estudiado en el mundo y, por lo tanto, los datos son muy buenos. Hay muchos informes anecdóticos de que los usuarios de marihuana tienden a ser menos exitosos en sus logros educativos, matrimonios y ocupaciones. Este estudio ofrece una explicación de por qué puede ocurrir».

Fuertemente adictiva
Según datos del Registro Continuo de Pacientes en Tratamiento de SEDRONAR, en 2005 la marihuana motivó el tratamiento del 25% de los 2.369 pacientes que estaban siendo rehabilitados en 53 centros de todo el país. «Este alto porcentaje desmiente los discursos habituales sobre la marihuana, que insisten en instalarla como una droga que no genera mayores daños sobre la salud. Es mucha la gente que no puede dejarla ni manejarla y que está padeciendo las consecuencias de su consumo», destacó Diego Alvarez, que estaba al frente del Observatorio de Drogas del organismo en ese momento.

«Es un mito que la marihuana no tiene toxicidad. Es una droga con sustancias psicoactivas muy potentes, que impactan sobre el sistema nervioso central y el aparato cardiovascular», agregó la toxicóloga Norma Vallejo. «El uso crónico genera pérdida de interés y del deseo, fatiga, alteraciones de humor, disminución de la capacidad de concentración y depresión del sistema inmunológico. Además, afecta la fertilidad y aumenta las probabilidades de sufrir cáncer, enfermedades pulmonares y psicosis», subrayó. «Muchos aseguran que el porro es menos dañino que el tabaco, y no es así. Su toxicidad es mayor porque se fuma distinto: se retiene más en las vías respiratorias y, en el proceso de fumado, desprende más monóxido de carbono que un cigarrillo».

Los daños que puede generar la marihuana son múltiples y difieren mucho según la persona: como dicen en la jerga, «a cada uno le pega distinto». Pero hay algo que afecta a todos los consumidores por igual: la adicción. «La marihuana genera dependencia física y, sobre todo, psicológica. Como otras drogas, excita y provoca un aparente estado de bienestar porque actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro. El mismo, al ser estimulado, pide más», destacó la especialista.
En el caso de la marihuana la adicción no está asociada necesariamente a la frecuencia de consumo. Tiene que ver con las particularidades de cada persona. Para evaluar si hay dependencia se observa si el consumidor desarrolló tolerancia (si el organismo se habituó y debe fumar más para lograr el mismo efecto), si su cotidianidad sufrió cambios (rutinas, hábitos, manejo del tiempo) y si hay manifestaciones que indiquen síndrome de abstinencia: «Si no puede dejar de fumar, si se pone irritable, transpira frío o no puede socializarse ni disfrutar cuando no fuma», explican los expertos.

Los efectos menos conocidos del cannabis
Según diversos estudios de sociedades científicas de gran prestigio internacional, el uso persistente de marihuana provoca pérdida de memoria, reduce el rendimiento y altera las capacidades cognitivas. Puede producir depresión, ansiedad, psicosis y, en el peor de los casos, esquizofrenia

Los poderes psicotrópicos del cannabis son conocidos por el ser humano desde hace miles de años. Sus ´propiedades embriagadoras´, como decía Herodoto en el siglo V, se deben fundamentalmente al delta-9-tetrahidrocanabinol (THC), el cannabinoide responsable de sus efectos en el cerebro. Cuando se inhala esta sustancia, el THC llega rápidamente al cerebro a través de la sangre. Sus efectos se sienten a los pocos minutos y pueden durar hasta dos o tres horas.
Una de las consecuencias menos conocidas tienen que ver con los trastornos psiquiátricos. El consumo de porros multiplica por dos las probabilidades de sufrir brotes psicóticos (con más riesgo a mayor dosis). Varios estudios coinciden en que la marihuana podría actuar como desencadenante de estos ataques en personas con una cierta predisposición genética. El riesgo se acentúa cuando el consumo se inicia antes de los 15 años.

A su vez, un informe elaborado por expertos de la Oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca (EEUU), advierte de que los adolescentes que fuman marihuana tienen hasta un 40% más de riesgo de sufrir depresión, ansiedad, psicosis (alucinaciones) o algún tipo de enfermedad mental; especialmente en el caso de las chicas. Y aunque no se ha demostrado de una manera estadísticamente significativa que pueda causar esquizofrenia, sí parece que empeora sus síntomas y agrava los ataques.

No es lo mismo usar una droga que ser adicto a ella. Muchos consumidores no se convierten en adictos. Pero vale medir y conocer las consecuencias. Según datos del 2007, en nuestro país más del 6 por ciento de la población consume habitualmente marihuana, una cifra que convierte a la Argentina en el país de mayor consumo de América latina.

Crónicas del Primer Día del Señor

Poema de sobre la Pascua

Acaba…
Se detiene el descanso……. Silencio.
Inquietud.
Solemnes sollozos……. Victoria.

Almas acongojadas
rumbo al sepulcro
a embalsamar al amado.
¡La piedra está rodada!
(Proclama Magdalena
entre lágrimas).
Ante ellas se dispone
a explicar el mensajero:
«mira que no está aquí».
La apóstol de los apóstoles
intranquila le escucha decir:
– «¡La tumba está vacía!»-
Le anuncia el ángel,
su voz insistente pregona:
-«No está aquí,
¡El Señor Resucitó!»-

Su amor demolió la muerte
su gracia nos alcanzó la libertad.

Corren.
El anuncio se hace apremiante
¡La tumba está vacía!
¡Oh dulce alegría del alma!

¡El Amor está vivo,
Mi Señor Resucitó!

Inquietud. Prisa
Pedro y Juan llegan al sepulcro
las vendas en el suelo anuncian
Él ha vencido la muerte
ya venció al dolor.
Nos espera en Galilea,
retorna al origen
al lugar donde nos llamó.

¡Él ha cumplido su promesa
en verdad resucitó!

¡Paz a ustedes!
Proclaman sus labios
¡Paz a ustedes!
Resuena en aquella casa
que fue testigo de su Resurrección.
Como el Padre nos lo dio
así Él nos da el Espíritu Santo
así manifiesta
su amor, su fidelidad.

Él resucita hoy,
viene con nosotros
nos trae la paz.

Ruta. Camino.
Junto a nosotros va un peregrino
rumbo a Emaús.
Según él
desconoce lo ocurrido
con el gran profeta,
Jesús de Nazaret.

Nos arde el corazón
cuando explica
cada letra de las Escrituras
que anunció el padecimiento
del Mesías.

Es tarde ya, le decimos
quédate aquí,
quédate con nosotros.
Él se sentó a la mesa
Tomó pan, dando gracias lo bendijo…
y justo ahí descubrimos,
al partir el Pan,
que era el Señor
que Él vive
Ha vencido la muerte
En verdad resucitó.

Reflexión sobre el amor

El don más grande que da Dios al corazón humano es el de sepultar su egoísmo mientras su alma se enciende y ama. Si quieres ser amado, decía Séneca, ama.

Sólo el ser humano es capaz de hacer el amor. Sólo el ser humano es capaz de hacer el verdadero amor. Hace el amor cuando se ocupa del otro y se preocupa por el otro, cuando ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. El ser humano hace el amor cuando el aprecio de los valores, la condivisibilidad de ideales, el interés y el deseo de lo mejor para ese otro alguien lo llevan a llamarlo amigo. Lo hace cuando, en la mutua donación, se abre a la vida generadora de un nuevo ser cuyo primer nombre será “fruto del amor conyugal”.

El ser humano hace el amor cuando manda y obedece, cuando ríe y llora, cuando se alegra y sufre, cuando sirve, cuando estudia, cuando se dona al prójimo más próximo y al más lejano…Pero el amor no se agota en un acto ni se reduce a un espacio de tiempo. El amor no es un cielo preñado de nubes que hoy están y mañana quién sabe. No es como la enfermedad que suele ser pasajera. El amor es perenne. Si fuese efímero sería otra cosa, menos amor. La enfermedad se padece; al amor se tiende, se le busca, se le necesita, se le lleva como suave yugo cuando las circunstancias son adversas y como insignia de oro al pecho cuando de ellas ha salido victorioso. Un poeta definió en un soneto el amor:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde, animoso:
no hallar fuera del bien, centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo.
Enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber licor por veneno suave,
olvidar el provecho, amar el daño,

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien los probó, lo sabe.

Quien lo probó sabe que el ser humano no puede vivir sin amor. El mismo es para sí un ser incomprensible; su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente: el amor es la impronta que se busca dar y recibir; característica única de la persona humana porque somos libres y el amor, ante todo, es un acto continuo de libertad suprema. Por eso cuando se ama se puede hacer lo que se quiere: porque si se calla, se callará con amor; si se grita, se gritará con amor; si se perdona, se perdonará con amor. Si está dentro de nosotros la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz.

Amor y libertad van de la mano, son inseparables. El acto supremo de la libertad es el amor y no se puede hablar de amor si éste no es libre. No hay amor sin libertad porque no se puede amar sin ser uno mismo y sin elegir al otro libremente. Velle alicui bonum, escribieron los filósofos para definir el amor; querer el bien del otro que no es aplicarle algo externo sino promover su libertad. Es a partir del amor a la libertad del otro que se ama efectivamente. Y es que el que tiene amor siempre tiene algo que dar; tiende a darse. Y porque se es libre, conciente de lo que se hace, del amor que se ofrece, se es responsable. La justificación de sus elecciones converge en la responsabilidad del ser humano con relación a su actuar. Del actuar del hombre es de donde nace su vocación, la vocación universal al amor; amor que es el océano a donde van a parar todas las restantes virtudes.

El amor nunca se da por concluido y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo. Sólo el ser humano es capaz de hacer el amor. Esa conciencia debería llevar a aquel abandono que plasmó Virgilio en sus Églogas: “Todo lo vence el amor; cedamos pues, también al amor nosotros”.

Somos capaces de hacer el amor. El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios. Cerrar los ojos antes el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios y es que amor es ver con los ojos de Cristo para dar mucho más que cosas externas necesarias: es ofrecer la mirada de amor que el otro necesita. Por eso amar a Dios y amar al prójimo son la única y misma cosa. No se trata de un mandamiento externo que impone lo imposible, sino de una experiencia nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros.

El don más grande que da Dios al corazón humano es el de sepultar su egoísmo mientras su alma se enciende y ama. Si quieres ser amado, decía Séneca, ama.

¡Vence el mal con el bien!

Santa Inés de Montepulciano, elegida desde la cuna

Conoce a una abadesa de la Orden de santo Domingo llena de humildad, piedad y sencillez. Inés de Montepulciano nace en Gracciano Vecchio, cerca de Montepulciano (Italia) en 1268, en la rica familia Segni.

Al nacer, en la cuna se vieron una luminarias encendidas y eso se interpretó como una señal de elección por parte de Dios. A los nueve años se retiró al monasterio de Montepulciano para servir a Dios. Era tan notable su santidad que a los 15 años fue elegida priora de un monasterio en Procena (Viterbo), que ella misma había promovido. Ella creía que debía rechazar el cargo para ser humilde pero el Papa intervino y tuvo que aceptarlo. Veintidós años más tarde regresó a Montepulciano para presidir un nuevo monasterio fundado por ella, bajo la regla de san Agustín primero y más tarde bajo la regla de santo Domingo. Falleció el 20 de abril de 1317, después de una vida modélica de sencillez, abnegación y caridad. De la vida de santa Inés se cuentan numerosos milagros, entre ellos que se le apareció la Virgen y le entregó al Niño Jesús en brazos. 

Oración.

Tú, Señor, que concediste a santa Inés de Montepulciano
el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde,
concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, que,
viviendo fielmente nuestra vocación,
tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo,
que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.