La Nota de Hoy 📝

Anécdotas e historias de la música

por Mario Aquino Colmenares

 

 

Saliendo de un conocido centro comercial con unos amigos, Andrea me dice: “oye, esa canción que está sonando, la he escuchado alguna vez, no recuerdo exactamente dónde y cuándo, pero me sabe a Paco Rabanne y helado de vainilla…”todos atinamos a un “¡¿Qué?!” al unísono,  con visos de burla y tono de reproche. Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, seguíamos sonriendo por el comentario de Andrea, sin embargo a medida que avanzábamos me iba  asaltando  el recuerdo, de un antiguo curso de Apreciación Musical, que alguna vez llevara  en el Conservatorio y de a pocos le iba encontrando sentido a lo que Andrea nos había relatado. 

El encorbatado maestro Manuel del Águila era uno de los profesores más dedicados a su materia. A la hora de enseñar teorizaba, daba ejemplos, leía sus fichas, contaba historias y anécdotas,  ajenas y propias, amanecíase buscando lo mejor de su discoteca personal, pero lo más grato de todo era que nos hacía experimentar, digámoslo así: en oído propio, los conceptos que había vertido durante su clase.

La posibilidad de que la música, por si misma, pudiera ilustrarnos y llevarnos más allá de la sensación sonora y convertir ésta, en imágenes y visiones concretas con forma y color, era definitivamente un modo nuevo de valorarla. “La Primavera”, perteneciente al concierto para cuerdas “Las Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi, fue la experiencia primera de esta nueva visión. En efecto, quien con un mínimo de detenimiento haya escuchado el primer movimiento de esta obra, habrá podido visualizar y entender el por que del título y lo que quiere expresar. 

Por otro lado, y ya inmerso en una serie de cavilaciones, pensaba que, al estar integradas nuestras sensaciones en un solo ser, el cual no puede dividirse, sino solo figurativamente, cuando buscamos entenderlo y explicarlo, se complementan y unen entre sí  de modo  que no podemos separarlas unas de otras, pues mientras oímos, también palpamos, saboreamos, olemos y vemos. Así, el recuerdo de una sensación concreta, aunque esté referida a uno sólo de nuestros sentidos, va inevitablemente acompañada de la otras sensaciones impregnadas a través del resto de nuestros sentidos. 

La música, puede entonces, directa o  indirectamente, accidental o exprofesamente, conducirnos hacia sensaciones más allá de lo estrictamente auditivo. 

Un “¡ya llegamos!” me sacó del entresueño de mis reflexiones y bajamos del auto para tomar algo en casa de Andrea. Estando allí, nos recibió su mamá, quien con toda espontaneidad nos contó parte de la historia de la vida familiar. Ahí nos enteramos que su primer empleo fue en una heladería, cuando Andrea tenía a penas unos meses de nacida; Y que su padre las iba a recoger por las tardes luego de haber dictado clase en un instituto preuniversitario. 

Con su primer sueldo, la mamá de Andrea había comprado uno de los perfumes más caros del mercado,… ya se imaginan cual… y supongo también que ya saben con que sabor se entretenía la pequeña Andrea mientras su madre despachaba en la caja. Además supimos, que el padre de Andrea, melómano incorregible y fanático del Jass, había convencido al dueño de la heladería para hacer de  ”Mack the knife”, tema emblemático de este género, la música ambiental distintiva del establecimiento. ¡Que buen gusto!, ¡que buen paladar! ¡y que buen oído!…por cierto, ya saben también, que canción era la que sonaba en el centro comercial. 

 

¡Que la música os acompañe!