La Nota de Hoy 📝

Anécdotas e historias de la música

por Mario Aquino Colmenares

 

Revisando un antiguo Ordo ( libro ritual ) que vagaba en el depósito de la casa, dentro de un sinfín de antiquísimos recuerdos familiares, encontré en el apéndice una serie de cantos litúrgicos en latín, gregorianos propiamente dicho, que coronaban con solemne devociòn el tesoro escrito de nuestra milenaria y profundìsima liturgia catòlica.

Investigando un poco màs, comprobè que varios de estos cantos, tenìan la notaciòn antigua, es decir, estaban escritos con pneumas (precursores de las figuras musicales: negras,corcheas…et.) en tetragrama, y sòlo un mìnimo grupo poseìa la notaciòn moderna.

Pero lo que más llamó mi atención fue la existencia de prolongadísimos *melismas en la mayorìa de los cantos, por ejemplo en las a de casi todos los amén o en las e de sendos kyries y christes.

Observando la dimensiòn de estos *melismas, era fácil imaginar, que en su tiempo, habrían significado una gran dificultad, tanto para su aprendizaje como para su memorización. Algún recurso nemotécnico, sin duda alguna, debieron desarrollar para salvar el escollo en cuestión.

Pero el tesoro hallado en el depósito escondía perlas aún por descubrir. Providencialmente se encontraba una colección de motetes, cantos a tres y cuatro voces de temática religiosa y litúrgica, caracterìstica esencial que define al motete como tal.

Este hallazgo estaba en íntima relación con nuestra pregunta inicial. Lo cual ademàs me llevaba a una segunda pregunta: ¿por que motete?.

En efecto a la hora de ejecutar los cantos gregorianos, se debiò recurrir a métodos memorísticos que resolviesen la entonación de melismas de gran longitud.

El principal de ellos fue el de los llamados tropos, técnica por la cual se introducían palabras dentro de los melismas pero que no eran cantados, es decir, no se pronunciaban, facilitando de este modo el recuerdo inequívoco del melisma a entonar.

Posteriormente y de la mano con la evolución de la liturgia y de la composiciòn, los textos comenzarían a formar parte de la música que inicialmente fue sólo melisma para dar origen a obras corales a tres y cuatro voces y que recibirían el nombre de motete, que precisamente proviene del término mot que en francés significa palabra.

*melisma: sucesiòn de màs de una nota en una misma sìlaba.

 

¡Que a música os acompañe!