Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Hoy vas a leer el capítulo Quince del evangelio de San Juan, deseo que leas muy despacio y recuerden que el señor les está hablando, está es la segunda parte.

Reflexión: Yo soy la Vid vosotros los Sarmientos

El Señor nos dice: «Todo sarmiento que en mí no da fruto lo arranca y todo el que lleva fruto lo poda. El padre tendrá paciencia divina con los Sarmientos secos, pero llegará el día que no tenga más remedio que cortarlos y separarlos de la vid, el fruto espiritual procede de las obras auténticas porque si estamos con una simple confesión de fe y sin amor, y sin obras, seremos arrancados, esto lo dice Cirilo de Alejandría, porque la preocupación del padre será que los sarmientos que están unidos a la Vid cada vez puedan dar más fruto y el señor nos dice permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes, por lo tanto permanecer en el significa rezar, significa hacer oración, acercarse a los sacramentos, hacer lo que el mismo hizo, eso significa permanecer en por qué así como el sarmiento no puede producir fruto por sí mismo sino permanece en la vid, así también poco pueden producir fruto sino permanecen en mí.

Que importante es esto hermanos, permanecer unidos a la vid a través de las obras de la eucaristía, porque el espíritu santo alimenta el fruto, es la sabia que circula, y el señor nos sigue diciendo: «Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos», somos los sarmientos del único tallo de la cruz, y recuerden que aquel que permanece en mí y yo en él, ese da fruto en abundancia porque sin mí no podéis hacer nada, recuerden siempre hermanos, siempre que hagáis algo virtuoso quédate lo que dijo el maestro, recuérdalo siempre, «Sin mí no puedes hacer nada», al que no permanece en mí, lo tiran fuera como sarmientos secos, luego los recogen y los echan al fuego y arden, luego deberemos hacer esta pregunta, ¿Cómo están mis relaciones personales con el señor?, estoy en él? y el en mí? y el Padre Dios?, estoy en esa intimidad. Soy sarmiento unido a la vid por medio de mi vida de gracia, con esto recibe gloria mi padre, con que ustedes den fruto abundante así serán discípulos míos.

Padre eterno yo te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amado hijo nuestro señor Jesucristo como propiciación de nuestros pecados y del mundo entero, y por su gloriosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Oh sangre y agua que brotaste del corazón del Jesús como fuente de misericordia de nosotros, en ti confío.

Desearte un lindo día, que el señor de la misericordia te conceda esa gracia de permanecer en él y el en ti.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce