Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Santa Faustina, está de retiro de ejercicios espirituales, está finalizando el primer día, y el señor le habla diciéndole: «Hoy vas a leer el capítulo Quince el Evangelio de San Juan, deseo que leas muy despacio».
Reflexión: Yo soy la Vid Verdadera
Hermanos y ¿Cuál es este evangelio?, Yo soy la vid verdadera y mi padre es el labrador, todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo lo que da fruto lo poda para que dé más fruto, vosotros ya estáis limpios, por la palabra que os he hablado del evangelio Juan del capítulo Quince del versículo del uno al ocho.
Para situarnos en la escena, este evangelio se da en la última cena, con la alegoría de la vid y los sarmientos, el señor intenta en la enseñanza sobre su inmanencia en la vida de los discípulos, en la vida de todos los cristianos, y el señor dice yo soy la vid verdadera, no es el hecho de ser israelitas los que os va salvar, lo único que puede salvaros es que mantengáis con comunicación conmigo, porque yo soy la verdadera vid de Dios, entonces es necesario una unión íntima y vital con el señor. Jesús es la vid y nosotros los sarmientos. Así como los sarmientos reciben toda la vida de la cepa de la vid, así el discípulo de Cristo recibe toda su vida sobrenatural, su vida de gracia, su vida de hijo de Dios en Cristo nuestro Señor y esa vida de gracia que nos comunica el señor, es la donación del espíritu santo, en su alma y de esa plenitud recibimos nosotros, lo que nos ha unido a cristo, es su espíritu santo, es la sabia que circula hacia nosotros los sarmientos, para producir frutos de vida, nos los dice Cirilo de Alejandría, y el señor sigue diciendo, mi padre es el verdadero labrador, el padre es el que continuamente está cuidando de esa vid y de los sarmientos que brotan de ella, Dios nos cultiva y al cultivarnos él nos hace mejores con su palabra, extirpa la mala semilla de nuestros corazones, el planta la semilla de los preceptos, el fruto de la piedad, nos los dice San Agustín, y seguiremos meditando en una segunda parte, sobre esta enseñanza preciosa que nos hace el señor a través de San Juan, que nos dice yo soy la vid y vosotros los sarmientos
Padre eterno yo te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amado hijo nuestro señor Jesucristo como propiciación de nuestros pecados y del mundo entero, y por su gloriosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Oh sangre y agua que brotaste del corazón del Jesús como fuente de misericordia de nosotros, en ti confío.
Desearte un lindo día, que el señor de la misericordia te conceda estar siempre unido a la vid por acción del espíritu santo.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce