Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Mientras hago el Vía Crucis, a la duodécima estación experimento una emoción profunda.  Aquí medito la omnipotencia de la Divina Misericordia que ha pasado a través del Corazón de Jesús.  Cada vez que hago el Vía Crucis, en la herida abierta del Corazón de Jesús encierro toda la pobre humanidad…. Y distintas personas que amo.  De esta Fuente de Misericordia han salido los dos rayos, es decir la Sangre y el Agua; ellos con su inmensidad inundad el mundo entero…

Reflexión: Via Crucis – Duodécima estación

Mientras hago el vía crucis, a la duodécima estación experimento una emoción profunda. Aquí medito la omnipotencia de la Divina Misericordia que ha pasado a través del Corazón de Jesús.

Vía Dolorosa o Vía Crucis, se llama al camino que recorrió Jesús con la cruz a cuestas desde el pretorio de Pilato hasta el Calvario. Duodécima estación: Jesús muere en la Cruz.

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos que por tu santa cruz, redimiste al mundo. “A la hora nona, gritó Jesús con fuerte voz. Eloi, eloi, lama sabactaní?”, que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? Jesús dando un fuerte grito dijo: “Padre en tus manos pongo mi espíritu”. Era la Parasceve, el día de la preparación de la Pascua. No podían quedar los cuerpos en la cruz. Jesús ya estaba muerto, pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza y al instante brotaron sangre y agua. San Agustín: “Allí se abría la puerta de la vida, de donde manaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. La Iglesia crece por el poder de Dios y están simbolizados en la sangre y agua que manaron del costado abierto de Cristo crucificado.” La muerte de Cristo significa la vida sobrenatural que recibimos a través de la Iglesia. Métete en el costado abierto de nuestro Señor Jesús, ahí encontraremos la paz. San Buenaventura: vivir místicamente dentro de las llagas de Cristo y quisiera hacer tres moradas, una en los pies, otra en las manos y en su precioso costado, y allí hablaré a su corazón y le diré: Cuerpo de Cristo, sálvame; sangre del costado de Cristo, embriágame, agua del costado de Cristo, lávame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de las llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti; del maligno enemigo defiéndeme, en la hora de mi muerte, llámame…

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda meditar la Pasión de Cristo a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.