Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
(63) 8 V [1938]. Hoy vi dos pilares muy grandes clavados en la tierra, uno lo había plantado yo y el otro, cierta persona, Sor M., con un inaudito esfuerzo, fatiga y empeño. Y al plantar aquel pilar yo misma me extrañé de dónde había sacado tanta fuerza. Y supe que no lo había hecho con mis propias fuerzas, sino con el vigor [que me fue dado] de lo alto. Estos dos pilares estaban muy cerca uno del otro, a distancia de esta imagen y he visto esta imagen colgada en estos dos pilares, muy alto. En un solo instante surgió un gran templo de estos dos pilares, tanto la parte interior como la exterior. Percibí una mano que daba el último toque al templo, pero no vi a la persona. Una gran multitud de personas estaba fuera y dentro del templo y los torrentes que salían del piadosísimo Corazón de Jesús se derramaban sobre todos.
Reflexión: Templo
8-5-1938. Hoy vi dos pilares muy grandes clavados en la tierra. Uno lo había plantado yo y el otro cierta persona, Sor M, con un esfuerzo, fatiga y empeño. En un solo instante surgió un gran templo de estos dos pilares, tanto en la parte interior como en la parte exterior. Del libro de los Macabeos, después de la victoria de Judas Macabeo sobre el rey Antioco, los judíos celebran cada año la fiesta de la dedicación, el recuerdo de la purificación y restablecimiento del culto en el templo de Jerusalén. Se llamaba también fiesta de las luces porque era costumbre encender lámparas y pararlas en las ventanas de las casas. Esta celebración fue recogida por la iglesia para conmemorar el aniversario en que los templos fueron convertidos en lugares destinados al culto. El templo, enseña el papa Juan Pablo II, es casa de Dios y casa vuestra. Apreciadlo como lugar de encuentro con el padre común, el lugar donde la comunidad cristiana se viene para escuchar la palabra de Dios. Elevar preces de intercesión y de alabanza a Dios y principalmente para celebrar los sagrados misterios y donde se reserva el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. También el altar que el pueblo santo rodea para participar del sacrificio del Señor y alimentarse con el banquete celeste es signo de Cristo sacerdote hostia y altar de su mismo sacrificio. Cada día en estos lugares dedicados al culto y a la oración nos llegan incontables gracias de la misericordia divina. En la nueva alianza el verdadero templo ya no está hecho por manos de hombres. Es la santa humanidad de Jesús la que en adelante es el templo de Dios por excelencia. El nuevo templo, cuerpo de Cristo espiritual invisible, está construido por todos y cada uno de los bautizados sobre la piedra angular. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda permanecer en su templo, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce