Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Un día, vino a verme cierta hermana y me pidió orar y me dijo que no podía resistir más si [la situación] continuaba así más tiempo. ¡Rece, hermana! Le contesté que lo haría; empecé una novena a la divina Misericordia, supe que Dios le concedería la gracia, pero ella al recibirla, otra vez estaría descontenta. No obstante yo continuaba rezando tal y como ella me había pedido. Al día siguiente vino la misma hermana; apenas empezó la conversación y se puso a hablar de lo mismo, le dije: Usted sabe, hermana, que en la oración no debemos obligar a Dios que no dé lo que queremos nosotros, sino que, más bien, debemos someternos a su santa voluntad. (118) Pero a ella le parecía que lo que pedía era indispensable. Al final de la novena, vino nuevamente aquella hermana y me dijo: Ah, hermana, Jesús me ha concedido esta gracia, pero ahora pienso de otro modo. Rece, hermana, para que otra vez sea de modo diferente. Le contesté: Si, rezaré para que en usted hermana, se cumpla la voluntad de Dios y no lo que usted desee….
Reflexión: Su Santa Voluntad
Un día vino a verme cierta hermana y me pidió orar. ¡Rece, hermana!, le contesté. Al día siguiente vino la misma hermana; apenas empezó la conversación, se puso a hablar de lo mismo, le dije: Usted sabe, hermana, que en la oración no debemos obligar a Dios que nos de lo que queremos nosotros, sino que más bien, debemos someternos a su santa voluntad. Hermanos, el camino más corto, más perfecto y amable para llegar a la Santidad es la Conformidad con la voluntad de Dios, es traducir en la práctica de la vida esta oración: “Hágase tu voluntad”. La voluntad de Dios debe ser, la regla suprema de mi vida. Ella debe ser la ley soberana de mi mente y todo lo que debo pensar y juzgar conforme al pensamiento, deseo y juicio de Dios.
Para lograr su Santa Voluntad hemos hacer en primer lugar, todo para su gloria. Rendirle homenaje con todo lo bueno que hay en nosotros. En segundo lugar, su voluntad, la regla soberana de todo nuestro obrar: así lo quiere Dios y yo también. Su voluntad es la expresión de la bondad que me tiene. Debemos saber que querer conocer los motivos de la voluntad divina, es en último resultado, obedecer a la voluntad propia. Sabes que si, Dios quiere una cosa: eso basta, lo demás no nos concierne. Así debe ser nuestra obediencia, ciega y pasiva. Se obedece únicamente porque Dios es nuestro dueño. ¿Qué cómo conocemos la voluntad de Dios? Por los deberes que tenemos que cumplir, por nuestros deberes de estado, sean cuales fueren, nada de incertidumbres ni titubeos. La Santa Voluntad de Dios bien seguida, calma al Espíritu los afectos del corazón hasta los sentidos.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te colme de su Santa Voluntad, y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce