Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Cuando fui a la adoración, sentí la cercanía de Dios.  Después de un momento vi a Jesús y a María.  Esta visión llenó mi alma de alegría y le pregunté al Señor: ¿Cuál es Tu voluntad, Jesús, en esta cuestión en la que el confesor me ordena preguntar?  Jesús me contestó:  Es Mi voluntad que esté aquí y que no se dispense a sí mismo.  Y pregunté a Jesús si estaba bien la inscripción: “Cristo, Rey de Misericordia”, Jesús me contestó:  Soy Rey de Misericordia, y no dijo “Cristo”.  Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección.  Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia.  A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de Mi misericordia.

Reflexión: Soy Rey de misericordia

Le pregunté al Señor: ¿Cuál es tu voluntad, Jesús, en esta cuestión en la que el confesor me ordena preguntar? Jesús me contestó: Es mi voluntad que esté aquí. Y pregunté a Jesús si estaba bien la inscripción: “Cristo, Rey de Misericordia”. Jesús me contestó: Soy Rey de Misericordia, y no dijo: “Cristo”. A través del verbo encarnado doy a conocer el abismo de mi Misericordia.

Diálogo de Dios Misericordioso con el alma que sufre. Jesús: Niña realmente todo esto es sufrimiento pero no hay otro camino al cielo fuera del Vía Crucis. Yo mismo fui el primero en recorrerlo. Has de saber que este es el camino más corto y el más seguro.

El alma: Señor otra vez una nueva barrera y dificultad en el camino de la Santidad por ser fiel a ti me persiguen y me hacen sufrir mucho.

Jesús: Has de saber que el mundo te odia porque no eres de este mundo. Primero me persiguió a mí, esta persecución es señal de que sigues mis huellas con fidelidad.

El alma: Señor me desanima también que ni las superioras ni el confesor entienden mis sufrimientos interiores. Jesús: Me agrada tu profunda fe que a pesar de todo tienes en mis representantes, pero debes saber que los hombres no pueden comprender plenamente un alma, porque eso supera sus posibilidades. Por eso yo mismo me he quedado en la Tierra para consolar tu corazón doliente y fortificar tu alma. Decías que unas tinieblas grandes cubren tu mente pues, ¿Por qué en tales momentos no vienes a mí? Que soy la luz y en un solo instante puedo infundir en tu alma tanta luz y tanto entendimiento de la santidad que no aprenderás al leer ningún libro ni ningún confesor es capaz de enseñar ni iluminar así al alma.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda un diálogo misericordioso, a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.