Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
En aquel mismo instante fui atraída al seno de la Santísima Trinidad y fui sumergida en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es difícil describir estos momentos.
Reflexión: Santísima Trinidad
Pascua, en aquel mismo instante fui atraída al seno de la Santísima Trinidad y fui sumergida en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es difícil describir estos momentos. A ti la alabanza, a ti la gloria, a ti hemos de dar gracias por los siglos de los siglos. Oh Trinidad Beatísima, el misterio central de nuestra fe. La Santísima Trinidad, fuente de todos los dones y gracias, misterio inefable de la vida íntima de Dios. Es dogma primerísimo y fundamental entre todos, que existe un solo Dios en tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios, a diferencia de Dios no está limitado a un espacio, es inmenso. En Dios no existe el tiempo, es eterno. Su poder no tiene límites, es omnipotente, pero es Cristo quien nos revela la intimidad del misterio trinitario. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera recibirlo. El misterio de la Santísima Trinidad es el punto de partida de toda la verdad revelada y la fuente de donde procede la vida sobrenatural. Somos hijos del Padre, hermanos y coherederos del Hijo, santificados por el Espíritu Santo. Esto nos hace ser templos vivos de la Santísima Trinidad. Dios es mi Padre, Jesús es mi amigo entrañable. El Espíritu Santo es mi consolador, que me guía en el andar de todo mi camino. El Padre engendra al Hijo y al Espíritu Santo. Procede del Padre y del Hijo. Toda la vida sobrenatural del cristiano se orienta a ese conocimiento y trato íntimo con la Trinidad, que viene a ser el fruto y el fin de toda nuestra vida. Oh Dios mío, Trinidad Beatísima, que consume al Padre y al Hijo en la unidad del Espíritu Santo y amado con nuestro mismo infinito amor.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la Santísima Trinidad, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce