Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
19 XI. Hoy, después de la Santa Comunión Jesús me dijo cuánto desea venir a los corazones humanos. Deseo unirme a las almas humanas. Mi gran deleite es unirme con las almas. Has de saber, hija Mía, que cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma, pero las almas ni siquiera Me prestan atención, Me dejan solo y se ocupan de otras cosas. Oh, qué triste es para Mi que las almas no reconozcan al Amor. Me tratan como una cosa muerta. He contestado a Jesús: Oh tesoro de mi corazón, único objeto de mi corazón y todo el deleite de mi alma, deseo adorarte en mi corazón tal y como eres adorado en el trono de Tu gloria eterna. Mi amor Te desea compensar, al menos en pequeña parte, por la frialdad de un gran número de almas. Oh Jesús, he aquí mi corazón que es Tu morada a la que nada tiene acceso. Tú Mismo descansa en él como en un bello jardín. Oh Jesús mío, hasta pronto, ya debo ir al trabajo, pero Te manifestaré mi amor con el sacrificio sin omitir ni dejar que se me escape ninguna ocasión para ello.
19-XI-1937. Mi gran deleite es unirme en las almas. Has de saber, hija mía, que cuando llegó a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias. Oh que triste es para mí que las almas no reconozcan el amor, me tratan como una cosa muerta.
“Yo soy el pan de vida”. El mismo Jesús es quien se ha dado el nombre de pan de vida. “El que come mi carne tiene la vida” ha dicho el Señor: ¿Qué vida? La misma de Jesús: “así como el Padre que me ha enviado vive en mí, y yo vivo en el Padre, así quien me come, también él vivirá por mí”. El alimento comunica su sustancia a quien lo come. No se transforma Jesús en nosotros, sino que nosotros nos transformamos en Él. Cuanto nosotros queramos acercarnos a Dios y practicar la virtud, mayores son los combates que nos aguardan, sólo la Eucaristía puede darme fuerza suficiente para todos estos hechos de la vida cristiana. Piedad sin comunión, es piedad muerta. Jesús ha dicho: Sígueme, únicamente el que mora en Nuestro Señor produce mucho fruto y ¿cómo morar en Nuestro Señor, sino comiendo su carne y bebiendo su sangre? “Todo lo puedo en aquel que me fortifica, quien le fortifica es el que vive en nosotros: Cristo Jesús”. Sin la comunión, ¿quieres vivir? No digas más el Padre Nuestro, pues en esta oración pides el pan de cada día. Hay que volver a menudo al manantial del amor para cobrar nuevas fuerzas y purificaciones. Comulgar siempre, comer el pan de vida, si quieres disfrutar de una vida sana. La Eucaristía es el pan de los débiles y de los fuertes. Asegurémonos un viático que nos conforte. Todo eso lo será Jesús, nuestro pan de vida.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda el pan de vida a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Sta. Faustina. Ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Víctor Arce.