Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Hoy he dicho al Señor: ¿Cuándo me llevarás Contigo? Yo ya me sentía tan mal y con gran impaciencia esperaba Tu venida. Jesús me contestó: Debes estar siempre preparada, pero ya no te dejaré por mucho tiempo en este destierro; tiene que cumplirse en ti Mi santa voluntad. Ah, Señor, si Tu santa voluntad no se ha cumplido todavía plenamente, aquí me tienes preparada a todo lo que Tu quieras, oh Señor. (123) Oh Jesús mío, me extraña solamente que Tu me des a conocer tantos secretos y no quieras revelarme el secreto referente a la hora de mi muerte. Y el Señor me contestó: Quédate tranquila, te la haré conocer, pero ahora todavía no. Ah Señor mío, Te pido perdón por haber querido saberlo. Tú sabes bien por qué, ya que conoces mi corazón lleno de nostalgia que Te anhela ardientemente. Tú sabes que no quisiera morir ni un minuto antes de la hora que has establecido antes de los siglos.
Jesús ha escuchado mis confidencias con singular bondad.
Reflexión: Preparados
Hoy he dicho al Señor, ¿Cuando me llevarás contigo? Jesús me contestó: Debes estar siempre preparada, pero yo no te dejaré por mucho tiempo en este destierro; tiene que cumplirse en ti mi santa voluntad.
“Pues como el relámpago fulgurante brilla de un extremo al otro del cielo, así será en su momento el día del Hijo del hombre. No podemos vivir de espaldas a ese momento supremo. Debemos prepararnos día a día.” Porque vosotros sabéis muy bien, escribe San Pablo: que como el ladrón en la noche, así vendrá el día del Señor. San Agustín enseña que la razón por la que estas cosas permanecen ocultas es para que estemos siempre preparados.
No es fácil hoy hablar de la muerte; solo el hecho de mencionarla parece un asunto desagradable. La Iglesia nos invita a meditarlo, precisamente para que no nos encuentre desprevenidos, es un momento supremo. En lugar de verla como lo que en realidad es, la llave de la felicidad plena, se le ve como el fin del bienestar que tanto cuesta amasar aquí abajo.
Para el cristiano, la muerte es el final de una corta peregrinación y la llegada a la meta definitiva para la que nos hemos preparado día a día. La muerte: “es un paso y traslado a la eternidad, después de correr en esta carrera temporal”.
San Ignacio de Loyola: “Como en la vida toda, así también en la muerte debe cada uno esforzarse y procurar que Dios sea glorificado y servido, y los prójimos edificados. El último instante aquí en la Tierra debe ser también para la gloria de Dios”. Después de haber dejado aquí frutos que perduran hasta la vida eterna partiremos.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda una vida de amor, y a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce