Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Continuando con las reflexiones de Santa Faustina, la misericordia de mi alma, Jesús se le presenta y le dice: «Hoy hija mía tomarás por lectura el capítulo diecinueve del evangelio de San Juan y lee, no solo con los labios, sino con el corazón» durante esta lectura, mi alma estaba colmada con una profunda tristeza, conocí toda la ingratitud de las criaturas para con su creador y señor, pedí que Dios me perseverara de la ceguera del intelecto.

Reflexión: Muerte de Jesús

Hermanos, meditando la pasión de Jesús, junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María magdalena, Jesús viendo a su madre y al lado al discípulo amado, dice a su madre: «mujer ahí tienes a tu hijo», después le dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre», y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa, después sabiendo que todo había terminado para que se cumpliera la escritura, Jesús dijo: «tengo sed», había ahí un jarro lleno de vinagre, empaparon una esponja y se la acercaron a la boca, Jesús tomó el vinagre y dijo todo se ha cumplido, doblo la cabeza y entregó el espíritu, era la víspera del sábado, el más solemne de todos, fueron los soldados y quebraron las piernas a los dos crucificados con él, al llegar a Jesús viendo que estaba muerto no le quebraron las piernas sino que un soldado le abrió el costado con una lanza enseguida broto sangre y agua. Esto sucedió para que se cumpliera la escritura que dice, no le quebraran ni un hueso y otro pasaje de otra escritura dice, mirarán a que ellos mismos atravesaron.

Sepultura a Jesús

Jesús de Arimatea pidió permiso a Pilato para llevarse el cadáver de Jesús, fue también Nicodemo llevando cien libras y una mezcla de mirra y aloe, tomaron el cadáver de Jesús y lo envolvieron en lienzos y lo sepultaron en un sepulcro nuevo y colocaron ahí a Jesús.

Así es hermanos, como Jesús murió en la cruz por todos nosotros para hacer la voluntad de su padre y para rescatarnos del pecado, grande es su amor, grande es su misericordia para con sus hijos, bendito sea el señor.

Padre eterno yo te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amado hijo nuestro señor Jesucristo como propiciación de nuestros pecados y del mundo entero, y por su gloriosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Oh sangre y agua que brotaste del corazón del Jesús como fuente de misericordia de nosotros, en ti confío.

Desearte un lindo día, que el señor de la misericordia te conceda meditar con el corazón la pasión de Jesús a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce