Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Mientras lo escribo oigo el rechinar de dientes de Satanás que no puede soportar la misericordia de Dios y arroja los objetos en mi celda; pero siento dentro de mi una fuerza de Dios tan grande que no me importa nada la rabia (152) del enemigo de nuestra salvación y sigo escribiendo tranquilamente.

Reflexión: Satanás

 Mientras lo escribo oigo el rechinar de dientes de Satanás que no puede soportar la misericordia de Dios y arroja los objetos en mi celda.

“Y se entabló un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. Fue arrojado aquel dragón, la serpiente antigua llamado Diablo y Satanás que seduce a todo el universo”. Fue arrojado a la tierra y también fueron arrojados sus ángeles con él”.

Esta es la lucha de que Satanás sostiene contra la Iglesia a lo largo de los siglos y que se radicalizará al final de los tiempos. El demonio fue una criatura angélica que se convirtió en enemiga de Dios al no aceptar la dignidad concedida al hombre. Entonces Satanás y sus seguidores fueron arrojados a la Tierra y desde entonces no cesan de tentar al hombre para que, pecando, se vea también privado de la gloria de Dios.

El gran triunfo del demonio en nuestros días consiste en que muchos lo han olvidado o bien piensa que son creencias de otras épocas que no existe.

Ahora Jesús fue tentado lo permitió para darnos ejemplo de humildad y para enseñarnos a vencer las tentaciones que vamos a sufrir a lo largo de nuestra vida. Él permite la tentación, para purificarnos, para hacerte santo, para hacerte humilde, para la eficacia en nuestro trabajo apostólico con las almas. El demonio permite siempre más de lo que puede dar. Toda tentación es siempre un miserable engaño, y para probarnos el demonio cuenta con nuestras ambiciones. Podemos prevenir la tentación con la mortificación constante, la guarda de los sentidos internos y externos y la oración. El demonio no cesa de luchar contra nuestro amor a Jesús Sacramentado.

Las tentaciones más violentas son las que se desencadenan contra la oración.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce