Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

24 II 1937.  Hoy durante la Santa Misa vi a Jesús agonizante; los sufrimientos del Señor traspasan mi alma y mi cuerpo, aunque invisible, pero el dolor es grande, dura muy poco tiempo.

Durante el canto de la Pasión me compenetro tan vivamente de sus tormentos que no logro retener las lágrimas.  Desearía esconderme en alguna parte para dar libre desahogo al dolor que me produce el reflexionar sobre su Pasión.

Reflexión: Mi dolor de su Pasión

Santa Faustina siente mucho dolor en su alma que la lleva al llanto al ver a Jesús agonizante. Los sufrimientos del señor traspasan mi alma y mi cuerpo. Jesús le recuerda a la Santa: una hora de meditación de mi Dolorosa Pasión tiene mayor mérito que un año entero de flagelación y sufrimiento. ¿Cómo debemos meditar la Pasión del Señor? Primero debemos meditarla no con nuestro entendimiento sino con los ojos de la fe y con el corazón. Segundo: mover nuestra voluntad con afectos y deseos los cuales se forman primero en el corazón. Tercero: No debemos olvidar que nosotros fuimos los causantes de aquellos horrores. Cuando Jesús cargó con nuestros pecados y fuimos comprados a gran precio. Cuarto: Acerquémonos a la cruz con sinceridad y con recogimiento interior. El dolor de su agonía en Getsemani: Jesús entra en agonía y llega a derramar sudor y sangre, contempla con tu corazón: “Jesús solo y triste sufría y empapaba la tierra con su sangre”. “Mi alma está triste hasta la muerte”. De rodillas sobre el suelo persevera en oración. El llora por ti y por mí, y tú no te compadeces de tu maestro de su soledad y agonía, acompáñalo en su dolor y llora junto a él porque también hoy Jesús desea nuestra compañía. En el silencio escucha su voz, ten valor, ten confianza. No tengas miedo, yo he vencido al mundo.

“Por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.

Que los rayos de su Misericordia desciendan sobre ti y tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Amén.

Dr. Victor Arce.