Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Comencé a hablar con ella dulcemente y, como quiso conversar conmigo a solas, le hice conocer claramente y de manera muy delicada, el triste estado de su alma. Vi su profunda conmoción, a pesar de que trató de ocultarla. En aquel momento entró la tercera persona y nuestra conversación íntima terminó. Esa persona me pidió un vaso de agua y dos otras cosas y la atendí con agrado. Pero, si no fuera por la gracia de Dios, no sería capaz de portarme así con ella. Cuando se fueron agradecí a Dios por la gracia que me sostuvo en ese tiempo.
Reflexión: Magnanimidad II
Comencé a hablar con ella dulcemente y como quiso conversar conmigo a solas le hice conocer claramente y de manera muy delicada el triste estado de su profunda conmoción a pesar de que trató de ocultarla en aquel momento. Entró la tercera persona y nuestra conversación íntima terminó, esa persona me pidió un vaso de agua y dos otras cosas y la atendí con agrado. Pero si no fuera por la gracia de Dios no sería capaz de portarme así con ella. Cuando se fueron, agradecí a Dios por la gracia que me sostuvo en ese tiempo. La grandeza de alma se muestra también en la disposición para perdonar lo mucho y lo poco de las personas cercanas a nuestra vida y de lo lejanos. La magnanimidad es fruto del trato con Jesucristo, este fruto del Espíritu Santo es una reproducción de la misericordia de Dios, en el corazón del cristiano. La magnanimidad nos hace acreedores. “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán la misericordia”. Ser misericordioso resultará en recibir infinita misericordia de parte de Dios. Esta virtud fue la que nació, la que movió a Jesús a decir padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. La magnanimidad quita de nosotros la aspereza, la crueldad y la venganza con los demás. Y más bien nos llena de dulzura, delicadeza en el trato a los demás. Esto es lo que le pasó a San Francisco de Asís. Se volvió comprensivo con todo el mundo y amo la creación. Esta virtud se apoya en la humildad, lleva una fuerte e inquebrantable esperanza, no se ve esclaviza ante nadie solo es siervo de Dios, él es audaz en el apostolado porque es consciente de que el Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre, como de un instrumento pero es él quien perfecciona la obra.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la magnanimidad, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce