Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
El primer viernes del mes. Cuando tomé en las manos “El Mensajero del Corazón de Dios” [403] y leí sobre la canonización de San Andrés Bobola, de repente mi alma fue invadida (37) por un gran deseo de que también en nuestra casa hubiera una santa y rompí a llorar como una niña pequeña. Y el Señor Jesús me dijo: No llores, tú la eres. Entonces la luz divina inundó mi alma y se me dio a conocer cuánto sufriría y dije al Señor: ¿Cómo va a ser esto si me has hablado de otra Congregación? Y el Señor me contestó: No es tu asunto saber cómo sucederá esto, sino el de ser fiel a Mi gracia y hacer siempre lo que está en tu poder y lo que te permite la obediencia…..
Reflexión: Los santos
De repente mi alma fue invadida por un gran deseo de que también en nuestra casa hubiera una santa y rompí a llorar como una niña. ¿Por qué nosotros no teníamos una santa? Y el señor Jesús me dijo, no llores, tú lo eres. San Pablo: “Os suplico, hermanos, por nuestro señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que me ayudéis con vuestras oraciones rogando por mí al Señor”.
Desde siempre creyó la Iglesia que los santos que gozan ya de la eterna bienaventuranza y de las benditas almas del purgatorio, son nuestras grandes aliados e intercesores. Ellos atienden nuestras peticiones y las presentan al Señor. Avalados por los méritos que adquirieron aquí en la Tierra con su vida santa. San Jerónimo: Si los apóstoles y los mártires cuando estaban encerrados en un cuerpo, tenían motivos para ocuparse de sí mismos oraban por los demás, ¿cuánto más después de la corona, la victoria y el triunfo? Los santos que ya gozan de la eterna Gloria son los amigos de Dios, pues le han amado sobre todas las cosas y le han servido con una vida heroica. Ellos son nuestros grandes aliados e intercesores. Atienden siempre nuestros ruegos y los presentan al Señor avalados por los méritos que adquirieron aquí en la Tierra y por su unión con la beatísima trinidad, Dios les honra y glorifica a través de los milagros que hacen y de las gracias que nos alcanzan, en nuestras necesidades materiales y espirituales. “Pues en esta vida merecieron ante Dios, que sus oraciones fuesen escuchadas después de su muerte”. Tenemos amigos en el cielo, andamos en el día de hoy y todos los días a su intercesión. Dios todopoderoso y eterno tú que has querido darnos una prueba extrema de tu amor, la glorificación de tus santos. concédenos ahora su intercesión nos ayude y su ejemplo nos vuelva a imitar fielmente a tu hijo Jesucristo.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la santidad a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce