Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Antes de la Santa Comunión Jesús me ha hecho conocer que no debo en absoluto dar crédito (101) a las palabras de una de las hermanas, porque a Él no le gusta su astucia y su malicia.  Hija Mía, no presentes a esa persona ni tus ideas ni tu opinión.  Le he pedido perdón al Señor por lo que no le agradaba en esa alma y le he suplicado que me fortalezca con su gracia en el momento en que ella venga de nuevo a hablar conmigo.  Me había preguntado por muchas cosas a las cuales le había contestado con todo el amor de hermana y como prueba de que hablaba sinceramente, le había dicho algunas cosas experimentadas por mi personalmente, sin embargo las intenciones de aquella alma diferían de las palabras que tenía en los labios…

Reflexión: Ligereza

Antes de la Santa Comunión Jesús me ha hecho conocer que no debo en absoluto dar crédito a las palabras de una de las hermanas, porque a Él, no le gusta su astucia y su malicia: Hija Mía, no presentes a esa persona ni tus ideas ni tu opinión.

– El espíritu ligero no está nunca en su casa, no sabe reflexionar, obra por impresión y como arrastrado. La insensibilidad y pureza de corazón comienza de ordinario con la ligereza de espíritu. Hay que ser serio para emplear útilmente el tiempo para Dios y para el alma. Y, ¿qué hace uno con esta libertad cuando es de espíritu ligero? Perder el tiempo, con él no es posible conversar con nuestro Señor, ni oír su voz, ¿qué gracias podría Dios confiaros? Porque el espíritu ligero es aquel camino público barrido por todos los vientos. Por lo tanto hoy que trabajas en la adquisición de las virtudes, obrar siempre por principios. Cuando Dios quiere encaminar a un alma a la Santidad le da primeramente espíritu de seriedad.

El hombre ligero no sabe nunca lo que tiene que hacer, se encuentra siempre falto de todo, en tanto que al hombre serio nunca le falta en que ocuparse. La ligereza es la causa indirecta de todos los pecados, de todos los defectos y sobre todo de la falta de oración. De allí nacen las malas adoraciones. La ligereza nos mete en enredos incesantes. El demonio se considera dueño del campo cuando consigue enredar al alma en una red de distracciones y ocupaciones. Las salidas y ausencias quitan la facilidad para conversar con nuestro Señor. Es pues necesario tener un corazón sensible, dúctil, que se deja impresionar por la gracia, dócil, capaz de sentir la voz de Dios.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te libre de la ligereza, a tí y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce