Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

2 II [1938].  Las tinieblas del alma.  Hoy [es] la fiesta de la Madre de Dios y en mi alma [hay] tanta oscuridad.  El Señor se ha escondido y yo estoy sola, completamente sola.  Mi mente está tan ofuscada que alrededor de mi veo sólo fantasmás; ni un solo rayito de luz entre en el alma, no me entiendo a mi misma ni a los que me hablan. (135) Me han oprimido unas tentaciones terribles contra la santa fe.  Oh Jesús mío, sálvame.  No alcanzo a decir más.  No puedo describirlas detalladamente, porque tengo miedo de que, leyéndolas alguien pueda escandalizarse.  Me he sorprendido de que a un alma le puedan invadir las tribulaciones de esta clase.

Reflexión: Las tinieblas del alma

II-1938. En mi alma hay tanta oscuridad. El Señor se ha escondido y yo estoy sola. Mi mente está tan ofuscada que alrededor de mí veo solo fantasmas. Oh Jesús mío, sálvame.

Entre los sufrimientos de que está sembrada la vida presente para que la consideremos tan solo como un camino que debe llevarnos al cielo, hay algunos especialmente dolorosos: son las pruebas espirituales. Son amarguras en el corazón, en la conciencia y en la devoción: este es el pan cotidiano de las almas que unidas a Jesucristo quieren ser únicamente de Dios.

Quien desea llevar una vida muy interior mediante la oración y una vida más recogida en Dios debe esperarse a mayores sufrimientos interiores porque el alma se torna más delicada y siente más vivamente la ausencia sensible de Dios.

Dios utiliza este procedimiento para mantener al alma en el misterio de la obediencia, en la inmolación completa de la razón de esta manera el alma se purifica. Debemos dejar obrar a nuestro Señor y seguirlo en todo con amor y agradecimiento. En las pruebas de tentaciones, de rebelión, soledad, de irritación y sufrimiento, debemos entregar nuestra alma, a la Santísima Virgen y a Jesús.

Debemos conservar la paz y que ella sea el precio de nuestra guerra, de nuestra pobreza y nuestra paciencia para sobrellevar la aridez espiritual.

No nos extrañemos de nuestras sequedades y desiertos. El alma agoniza, pero es para revestirse de una nueva vida. No debemos fomentar la fiebre del temor y de la tristeza. Nuestro grito del alma debe ser: “Jesús mío, tú solo eres bueno, tú eres el bien de mi alma y la vida de mi vida”.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te libre de las tinieblas del alma, a tí y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce