Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

He rogado al Señor que cierta persona venga hoy a verme, que pueda verla una vez más y esto será para mí una señal de que ella es llamada a entrar en el convento que Jesús me manda fundar.  Y una cosa extraña, aquella persona ha venido y he tratado de formarla un poco interiormente.  He comenzado a indicarle el camino de negarse a sí misma y de sacrificio que ha aceptado de buena gana.  Pero he puesto todo este asunto en las manos del Señor para que guie todo según le agrade.

Hoy, al oír por el radio la canción: “Buenas noches, oh Sagrada Cabeza de mi Jesús”, súbitamente mi espíritu se sumergió en Dios y el amor de Dios inundó mi alma; durante un momento traté íntimamente con el Padre Celestial.

 

Reflexión: La vocación

 

Que pueda verla una vez más y esto será para mí una señal de que ella es llamada a entrar en el convento. En la vocación, él es siempre el que llama; no me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros. Llamó a los que quiso, la elección es siempre cosa de Dios. No llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su designio. El llamado a la vocación es Divino, no cabe discutirlo con razonamiento humano. Dios da siempre las gracias necesarias para preservar pues, quién elige para una misión, los prepara para desempeñar aquello para lo que fueron elegidos. La vocación tiene sus exigencias: primero han de estar desprendidos de las cosas. Segundo: Disponibilidad completa, con prontitud, alegres, sin condiciones. Tercero: La llamada del Señor siempre urge, porque la mies es mucha y los operarios son pocos. Cuarto: No se puede volver atrás después de la llamada del Señor. “Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”.

Al Señor sólo se le puede seguir con la libertad del corazón, no con un corazón dividido.

“Si Dios te ha dado la gracia de descubrir tu vocación, también te dará la gracia de preservar en ella”

Santa Faustina, partícipe de la pasión y la resurrección del Señor: Ruega por nosotros.

Qué tengas un lindo día con toda tu familia y su Misericordia.

Que Dios te bendiga y proteja.

Amén.

Dr. Victor Arce.