Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

 

22 VIII.  Esta mañana vino a verme una virgen, Santa Bárbara, y me ha recomendado ofrecer la Santa Comunión por mi país durante nueve días.  Y con esto aplacarás la ira de Dios.  Esta virgen tenía una corona de estrellas y una espada en la mano, el resplandor de la corona era igual al de la espada; tenía una túnica blanca, el pelo suelto; era tan bella que si no hubiera conocido a la Santísima Virgen, hubiera pensado que era ella.  Ahora comprendo que todas las vírgenes se destacan por una belleza particular, irradia de ellas una belleza especial.

Reflexión: La Virginidad

 

Esta mañana vino a visitarme una virgen, Sta. Bárbara y me ha recomendado ofrecer la santa comunión por mi país durante nueve días. Ahora comprendo que todas las vírgenes se destacan por una belleza particular, irradia de ellas, una belleza especial.

El reinado del amor, radica en la virginidad del corazón. El amor es uno: dividido o compartido, es infiel. También el Señor nos pide entrega absoluta de nuestro corazón; pues quiere reinar solo en él. La sabiduría nos dice: “Hijo, guarda tu corazón con todas las precauciones imaginables, pues de él, depende la vida”. No reina Jesús en un alma, sino por la pureza del amor. Hay dos clases de pureza en el amor de Jesucristo: la primera es la pureza original que brota como fruto natural del amor de Jesús; es el alma prendada de este amor. Consagra su corazón a su esposo. La segunda, la pureza de la penitencia, es una pureza reconquistada y guardada a fuerza de combates y sacrificios; es también un fruto del amor de Jesús ¿Quién subirá hasta el monte del Señor? El que es inocente en sus obras y tiene corazón puro. La renuncia al amor humano por Dios es una gracia divina, es en Él, donde el corazón encuentra su plenitud y su perfección. La virginidad, dice San Juan Pablo II, mantiene viva en la Iglesia la conciencia del misterio del matrimonio; la virginidad testimonia que el Reino de Dios y su justicia son la perla preciosa que se debe preferir a cualquier otro valor, aunque sea grande. La Iglesia necesita también, familias santas, hogares cristianos que sean verdadera levadura de Cristo y den al Señor nuevas vocaciones de entrega plena a Dios. Para alcanzar esta virtud, se necesita la humildad y sinceridad en la dirección espiritual. Para cuidar esta virtud son necesarias las mortificaciones, la modestia y el pudor, la presencia de los sacramentos.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la pureza, a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.