Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

El resplandor mismo del sol de mediodía
Se apaga y oscurece frente a un corazón virginal.
No veo nada más grande que la virginidad,
Es una flor sacada del Corazón de Dios.

Oh virgen mansa, rosa perfumada,
Aunque son muchas las cruces en la tierra,
Pero ojo no vio ni pasó por la mente humana,
Lo que espera a una virgen en el cielo.

Reflexión: La virginidad del corazón

El resplandor mismo del sol de mediodía se apaga y oscurece frente a un corazón virginal. No veo nada más grande que la virginidad. Es una flor sacada del corazón de Dios, Oh virgen mansa, rosa perfumada, aunque son muchas las cruces en la tierra, pero ni el ojo vio ni pasó por la mente humana, lo que espera a una virgen en el cielo. El alma a la que amó sobre los demás debe ser como el lirio entre los espinos. El reinado del amor radica en la virginidad del corazón. El amor es uno, dividido o compartido es infiel. Las uniones verdaderas consisten en el intercambio de los corazones. También nuestro Señor nos pide entregar de manera absoluta nuestro corazón, pues quiere reinar sólo en él y no consciente que lo dividamos entre él y las criaturas. Jesús no se une más que a un corazón puro y propio de esta unión. Es engendrar, conservar y perfeccionar la pureza. Esta es la historia de todos los santos, de los mártires y de las vírgenes. Es un sentimiento que ha de tener todo cristiano. La sabiduría nos dice, hijo guarda tu corazón con todas las precauciones imaginables, pues de él depende la vida. No reina Jesús en un alma, sino por la pureza del amor. Esta pureza constituye la fuerza de un alma. El demonio tiembla ante una virgen y por la virgen fue vencido el mundo. Para los que no tengan esa corona de la fuerza virginal, resta la fuerza de la penitencia. Hace al alma vigorosa y dueña de sí misma. Es también fruto del amor de Jesús. ¿Quién subirá hasta el monte del Señor? El que es inocente en sus obras y tiene corazón puro. Purificarnos es la tarea más importante de la vida presente. Nada manchado podría entrar donde reina la santidad de Dios. Hay que purificarse sin cesar para verle y contemplar el resplandor de su gloria, es necesario que el ojo de nuestro corazón esté completamente puro.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la virginidad del corazón a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce