Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Oí estas palabras:  Si no Me ataras las manos, enviaría muchos castigos sobre la tierra.  Hija Mía, tu mirada desarma Mi ira.

Reflexión: La oración I

Oí estas palabras. Si no me ataras las manos, enviaría muchos castigos sobre la tierra. Hija mía, tu mirada desarma mi ira. Hay que orar sin cansarse. La oración, la oración incesante el hábito de rezar, es necesario a todo cristiano, todos han recibido la gracia de Él en el Santísimo y el Espíritu Santo. Nos inspira a que clamemos a Dios. Abba, Padre, este es el don de la gracia y el poder de todos, de manera que nada bueno podemos hacer, ni practicar virtud alguna sin el rezo que nos consigue la gracia, del bien y de la virtud, porque la oración está en el fondo de todas las virtudes y la inspira, la misma fe, principio de la santidad, es la práctica de la oración.

Por eso el profeta daba gracias a Dios. Bendito el Señor que no apartó de mí ni mi plegaria ni mi misericordia. Comprendió la importancia de la oración y que orar es poseer el corazón de Dios y la salvación del alma. Es preciso orar sin cesar con mucha fe y confianza. Esta confianza ha sido depositada en nosotros por el Espíritu Santo. Él es quien nos da el espíritu de hijos de adopción, esa confianza de Dios que nos mueve a dirigirnos a Dios, como a nuestro Padre y que ha sido depositada en nosotros como un don que debemos desarrollar. No debemos nunca olvidar este título de hijos de un Dios tan bondadoso y rico en misericordia. Decir al Maestro, oh Jesús Señor mío que tanto has padecido por mí, no dejes perder el fruto de nuestros sufrimientos y tú mismo aplícamelos abundantemente. Muchos dicen yo no sé rezar y aunque haya recibido ese don en el bautismo no sé ejercitarlo. Nosotros no somos los que rezamos. El Espíritu Santo es quien quiere pedir en nosotros el riego que de él procede. Es la conducta, es la verdadera plegaria del corazón que penetra en los cielos y todo lo consigue. Callarse y dejar que el Espíritu Santo ruegue.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la oración, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce