Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Hoy, Sor Yolanda me propuso un pacto; ella rezará por mí y que yo rece por su clase de Vilna.  Yo siempre rezo por nuestra obra, pero he decidido rezar por la clase de Vilna durante dos meses, y Sor Yolanda según mi intención para que aproveche la gracia de Dios, cada día rezará tres Ave María al Verbo Encarnado.  Nuestra amistad se ha hecho aún más estrecha.

(47) 1 VII 1937.  Mes de julio.

Hoy mientras rezaba el Ángelus, el Señor me hizo comprender el amor inconcebible de Dios hacia los hombres.  Nos eleva hasta su divinidad.  Se deja llevar por el amor y su misericordia insondable.  Aunque anuncias el Misterio por medio del ángel, Tú Mismo lo realizas.

Reflexión: La oración de intercesión

 Hoy, sor Yolanda me propuso un pacto; ella rezará por mí y yo rezaré por sus clases en Vilna, cada día rezaré tres Ave Marías al Verbo Encarnado.

Una de las reglas de la Santidad es saber hallar tiempo para el alma. La primera regla: La oración con Dios hecha por nosotros mismos. La segunda: Generosidad en cumplir su voluntad para con nosotros. No olvidemos nunca estos dos principios: Primero, que el estado de nuestra meditación depende de la voluntad de Dios. Segundo, el éxito sobrenatural de la meditación la da únicamente la gracia de Dios, no nuestras bellas reflexiones ni nuestros sentimientos fervorosos. Debemos ir a la oración como niños pobres que confían en su pobreza espiritual.

La oración dice San Agustín, es el ejercicio de nuestra mendicidad ante Dios. ¿Cuáles son estas virtudes? La primera, la humildad; la segunda, la paciencia (no se enfada por nada); la tercera, el agradecimiento, que le abre todas las puertas.

Jesucristo vino como rocío de gracia que cubre toda la tierra y derramó por doquier el espíritu de oración.

El apóstol Santo Tomás, después de ver a Cristo en la cruz, se alejó del grupo sumido en una profunda desesperanza.

Los apóstoles le buscaron por Jerusalén, le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! No lo dejaron solo, le consolaron, oraron por él y permaneció con ellos. Es la oración de intercesión y Jesús no le abandona. “Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino creyente. Si alguna vez estamos a oscuras podemos apoyarnos en los demás, nosotros tenemos el deber de “arropar” y cuidar a quienes el Señor nos ha encomendado. Nunca nos fallara el Señor no fallemos nosotros a nuestros hermanos.

Desearte un lindo día. Que el Señor de la Misericordia te conceda interceder por tus hermanos a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.