Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Hoy he recibido un recado reservado de la Superiora prohibiéndome estar junto a los moribundos; así que, en vez de mi persona, enviaré a los moribundos la obediencia y ella sostendrá las almas agonizantes. Esta es la voluntad de Dios, esto me basta; aquello que no entiendo ahora, comprenderé después. Hoy, con más fervor que en cualquier otro momento, he rogado según la intención del Santo Padre y de tres sacerdotes, para que Dios les inspire lo que exige de mí, porque de ellos depende realización de esta obra.
Reflexión: La obediencia I
En el diario La Misericordia en Mi Alma, el Señor le habló en muchos pasajes a Santa Faustina sobre el valor de la obediencia. Hermanos, en nuestra vida de Apostolado, la virtud de la obediencia se hace necesaria porque Dios no necesita de nuestro trabajo sino de la obediencia. El Señor con su obediencia inauguró en la Tierra el Reino de los Cielos. El sentido de la obediencia se realiza por amor a la voluntad de Dios y es necesaria mucha humildad, por eso que el espíritu de obediencia no cabe en un alma dominada por la soberbia. Solo el humilde acepta con gusto otro criterio distinto al suyo. Sin obediencia no hay crecimiento en la vida interior. Es necesaria la obediencia para quien quiera ser discípulo de Jesús. La obediencia no es una obligación exterior a cumplir, sino ha de ser de voluntad y de corazón, teniendo un mismo querer, y cuando escuchemos al superior es como si estuviéramos escuchando la voz de Dios. Cuando la obediencia se hace por obligación y no por amor de caridad, estas personas sufren y con facilidad murmuran, jamás tendrán paz si no cumplen la obediencia por amor a Dios. “Oh, Sangre y Agua que brotaste del corazón de Jesús, como fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío”. El Señor Misericordioso te envuelva con sus rayos a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja. Amén.
Dr. Victor Arce.