Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
En aquel mismo momento me vi como en un palacio y Jesús me dio la mano y me colocó a su lado diciendo con dulzura: Esposa Mía, Me agradas siempre con la humildad. La mayor miseria no Me impide (139) unirme al alma, pero donde está la soberbia, no estoy Yo.
Reflexión: La humildad
Esposa mía, me agradas siempre con la humildad. La mayor miseria no me impide unirme al alma. El maestro nos enseña el camino de la humildad: “Aprende de mí que soy manso y humilde de corazón”. La humildad marca el carácter de su santidad y la condición de sus dones. “Dios no da la gracia, más que a los humildes”. Luego la humildad es la medida de las gracias de Dios, la regla de la virtud y el fundamento del edificio espiritual de la perfección. ¿Cómo me haré humilde? Imitando a Jesús y María.
- Debo tener bajos sentimientos de mi mismo de mi nada. Todo lo bueno que tengo, tanto en el orden natural como en el sobrenatural todo procede de Dios no queda más propiedad que mi nada.
- La verdadera humildad transfiere a Dios toda la gloria de las buenas obras, sin guardarse para si nada más que la humillación. No se engríe por sus cualidades, talentos o posición, porque lo considero todo como propiedad de Dios. Nunca habla de sí misma, le asustan la gloria y la reputación. Se fija más en los defectos antes que en las virtudes. Se tiene por muy pequeña en sí misma.
- La humildad perfecta corre las humillaciones y menosprecios, así se acerca más a Jesús humillado.
- La humildad triunfa sobre el mismo Dios, quien no puede resistir a un alma que se humilla a sus pies. Si no puedes hacer penitencia, sé humilde y la humildad vale más que todas las penitencias. La verdadera humildad es la que da de lo suyo la que transfiere a Dios el honor y la gloria que recibe. La humildad es reconocer que nada somos sin Dios y en atribuirle a Él todo lo que somos.
Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la humildad, a ti y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce