Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Medita sobre la vida divina que se encuentra en la iglesia, para la salvación y santificación de tu alma, considera como aprovechas estos tesoros de gracias, estos esfuerzos de mi amor.
Reflexión: La gracia de vida
Hermanos Jesús les dijo a sus apóstoles, seguidme y ellos al instante dejaron las redes y le siguieron, estas palabras encierran un gran misterio de la vida espiritual y nos indican que en la vida sobrenatural hay dos géneros de gracias, una ordinaria y común a todos pone a nuestra disposición los sacramentos, la oración y los demás medios de salvación. Pero el maestro nuestro señor llama a Pedro y a Juan ellos tenían esta gracia ordinaria como lo podemos tener alguno de nosotros, los llama para ponerlos en la gracia de perfección en la que les hacía falta para que se santificaran la gran diferencia entre estas dos gracias, es una gracia que nuestro señor concede, solamente a las almas que ama con amor privilegiado, esta gracia forma la vida y la santidad de un alma es decir la perfección del amor, no todos la tienen. Quienes corresponden a ella dependen su progreso y perfección porque en el orden sobrenatural hay gracias soberanas, los apóstoles recibieron la gracia soberana de seguir a Jesús por amor. Dos son los efectos que la gracia soberana producen en un alma, primero le traza el camino que ha de seguir en su mundo interior y luego la conduce a una vocación especial, esta gracia formará el carácter de la piedad de la voluntad y de la vida, porque a cada cual toca saber cuál es su gracia dominante, cada uno debe saber lo que el señor le ha regalado, eso consiste en el trabajo interior y corresponder a esta gracia depende toda la vida espiritual, la mayor y más excelente de todas las gracias es el amor al santísimo sacramento, esta gracia tenemos que alimentarla con la piedad y las virtudes que el señor nos da con ese recogimiento con la oración y la lectura, el escucha la palabra, se debe nutrirse con la eucaristía, visitas al santísimo.
Padre eterno yo te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amado hijo nuestro señor Jesucristo como propiciación de nuestros pecados y del mundo entero, y por su gloriosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Oh sangre y agua que brotaste del corazón del Jesús como fuente de misericordia de nosotros, en ti confío.
Desearte un lindo día, que el señor de la misericordia te conceda estar siempre unido a la vid por acción del espíritu santo.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce