Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Oh Amor eterno que incendias en mí una nueva vida, una vida de amor y de misericordia, apóyame con Tu gracia para que responda dignamente a Tu llamada, para que se cumpla en las almas a través de mi lo que Tu Mismo has establecido.

Dios mío, veo el resplandor de las auroras eternas. Toda mi alma se lanza hacia Ti, Señor, ya nada me detiene ni me ata a la tierra.  Ayúdame, Señor, a soportar con paciencia el resto de mis días.  La ofrenda de mi amor arde sin cesar ante Tu Majestad, pero tan silenciosamente que solamente Tu ojo, oh Dios, la ve, ningún otro es capaz de percibirla.

Reflexión: La gracia de perfección

Oh, amor eterno que incendias en mí una nueva vida, una vida de amor y de misericordia, apóyame en tu gracia para que responda dignamente a tu llamada.

Jesús les dijo: Seguidme y ellos al instante, dejaron las redes, lo siguieron. Estas palabras encerraron un gran misterio de la vida espiritual. El Maestro los llama en pos de sí ¿Para qué? Con el fin de ponerlos en la gracia de perfección, en la que les hacía falta para que se santificaran. Todos pueden salvarse con la gracia común, pero no todos reciben esta gracia especial que el Señor concede solamente a las almas que ama con amor privilegiado, esta es la gracia de perfección, que forma la vida y la santidad de un alma; de la correspondencia a ella depende la propia perfección.

En el orden sobrenatural hay gracias soberanas que son suficientes para conducir a la gracia de perfección. Los apóstoles recibieron la gracia soberana, de seguir a Jesús por amor, esta es su gracia de santidad.

La gracia soberana tiene dos efectos en el alma: 1. Le traza el camino, 2. La conduce a una vocación especial. Unos tienen gracia soberana a la piedad, otros tienen gracia hacia la Pasión del Señor, otros tendrán gracia soberana para llevar vida de penitencia en la cual vivirá. A cada cual toca saber cual es su gracia dominante. En esto consiste el trabajo interior y de la correspondencia a esta gracia de perfección depende toda la vida espiritual. La mayor y más excelente de todas las gracias, es el amor al Santísimo Sacramento y Jesús la profesa mediante una gracia de sentimiento, esta gracia soberana se convierte en madre de todas las demás gracias. Debemos ser agradecidos, perseverantes, conservarla porque es el alma de nuestra vida sobrenatural.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda la gracia de perfección a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.