Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Oh Jesús mío, Tú sabes que hay momentos en los cuales no tengo ni pensamientos elevados, ni ardor de espíritu.  Me soporto pacientemente y reconozco que ésta soy precisamente yo, ya que todo lo que es bello en mi es gracia de Dios.  En aquellos momentos me humillo profundamente e invoco Tu ayuda y la gracia de Tu presencia no tarde en llegar a un corazón humilde.

Reflexión: Humildad II

Oh Jesús mío, tú sabes que hay momentos en los cuales no tengo ni pensamientos elevados ni ardor de espíritu. En aquellos momentos me humillo profundamente e invoco tu ayuda y la gracia de tu presencia, no tarda en llegar a un corazón humilde. ¿Cómo me haré humilde? Imitando a Jesús y a María. La humildad perfecta corre tras las humillaciones y menosprecios, porque la humillación es superior al sufrimiento corporal y al sacrificio de los bienes. Basta un acto de humildad hecho por amor a Dios para elevar el alma hasta Jesús y librarla de la servidumbre, de la vanidad y de la estima de las criaturas. La humildad es el mayor invento del alma contra el demonio. El demonio no tiene fuerza alguna contra nosotros, como no sea por nuestro orgullo. El principio de todo pecado es la soberbia. La humildad triunfa sobre el mismo Dios, quien no puede resistir a un alma que se humilla a sus pies, porque la humildad desarma y arrebata sus gracias. Recuerda que la humildad vale más que todas las que todas las pertenencias. No te aflijas si no puedes hacer grandes cosas por Dios, pues siempre está en tu mano el humillarte. Que no puedo hacer oración, humíllate, que la humildad es la mejor de las oraciones. Cuando no puedas decir a nuestro Señor que le amas mucho, humíllate a sus pies como la Magdalena. Recuerda que la mansedumbre es el fruto de la humildad y caridad. El alma humilde es paciente, dulce y bienhechora. La humildad es madre, raíz y flor de todas las virtudes, es dueña del poder de Dios y guardiana de sus tesoros y de sus gracias. Hay que tener humildad en el corazón, que consiste en amar a Dios, en la humillación y en la prueba. Sin humildad no seréis nunca adoradores, porque sin humildad no puede haber buena oración ni adoración en espíritu y en verdad.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la humildad, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce