Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Oh Jesús mío, Tu sabes que hay momentos en los cuales no tengo ni pensamientos elevados, ni ardor de espíritu.  Me soporto pacientemente y reconozco que ésta soy precisamente yo, ya que todo lo que es bello en mi es gracia de Dios.

Reflexión: Humildad I

Oh, Jesús mío, tú sabes que hay momentos en los cuales no tengo ni pensamientos elevados ni ardor de espíritu, me soporto pacientemente y reconozco que ésta soy precisamente yo, ya que todo lo que es bello es mi gracia de Dios. La humildad consiste en reconocer que nada somos sin Dios y sin atribuirle a Él todo lo que somos y cuanto más perfecto es el hombre, tanto más grande debe ser su humildad porque tiene más que dar a Dios. Por eso, la verdadera humildad es la que da de lo suyo, la que transfiere a Dios el honor y la gloria que recibe. Aprender de mí que soy manso y humilde de corazón. Debemos meditar sobre nuestro Señor Jesucristo anonadado en el sacramento. Este es el verdadero camino que conduce a la humildad y cuanto más nos acerquemos a Él, tanto más nos humillaremos a Él. Dios no da la gracia más que a los humildes. La humildad es la medida de las gracias de Dios, la regla de la virtud en el fundamento del edificio espiritual de la perfección. ¿Cómo me haré humilde? Imitando a Jesús y a María. Debo tener bajos sentimientos de mí misma, de mi nada. Todo lo que tengo en el orden natural, como el sobrenatural de Dios, procede, es pertenencia suya. La verdadera humildad transfiere a Dios toda la gloria de las buenas obras, sin guardarse para sí otra cosa que la humillación de las imperfecciones. No se vanagloria por los felices resultados, como tampoco desespera por los reveses. No se enorgullece por sus cualidades, talentos y posición, porque todo es propiedad de Dios. Nunca habla de sí mismo. Le asusta la gloria y la reputación. Se tiene por muy pequeño como el último de todos. Que humilde también María, la llena de gracia. He aquí la esclava del Señor.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la humildad, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce