Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Cuando me quedé a solas con la Santísima Virgen, me instruyó sobre la vida interior.  Me dijo:  La verdadera grandeza del alma consiste en amar a Dios y humillarse en su presencia, olvidarse por completo a sí mismo y tenerse por nada, porque el Señor es grande, pero se complace sólo en los humildes mientras rechaza siempre a los soberbios.

Reflexión: Humildad I

Cuando me quedé a solas la Santísima Virgen me instruyó sobre la vida interior. Me dijo: la verdadera grandeza del alma consiste en amar a Dios y humillarse en su presencia, olvidarse por completo de sí mismo y tenerse por nada porque el señor es grande, pero se complace solo en los humildes, mientras rechaza siempre a los soberbios. “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Los pobres espíritus son los humildes. “Aprender de mí a ser mansos y humildes de corazón”. La necesidad que tenemos de esta virtud de la humildad es tan grande que sin ella no hay vida interior. La humildad es fundamento de la santidad, es el fundamento y verdad de las virtudes. Entonces, ¿En qué consiste la humildad? En reconocerse que nada somos sin Dios y atribuirle a él todo lo que somos y cuanto más perfecto es el hombre, tanto más grande debe ser la humildad, porque tiene más que dar a Dios. A medida que las gracias nos elevan, nosotros descendemos. Nuestras gracias son los escalones de nuestra humildad. Somos humildes cuando tenemos un conocimiento claro de lo que realmente somos. Santa Teresa nos enseña: “Humildad es andar en la verdad”. Humildad es reconocer que nuestras cosas buenas son obras nuestras y necesitan ser perdonados y purificados por Dios. Jesús es el maestro de esa virtud y que de Él tenemos que aprender. ¿Más cómo me haré humilde? Imitando a Jesús y a María. 1. Debo tener bajos sentimientos de mí mismo, de mi nada, cuánto de bueno tengo en el orden natural como en el sobrenatural de Dios procede, es pertenencia suya mi propiedad es la nada, la nada puede producir un efecto en el pecado. Continuará.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la humildad, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce