Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Te saludo, amor oculto, vida de mi alma. Te saludo, Jesús, bajo las tenues apariencias del pan. Te saludo, mi dulcísima misericordia que Te derramás sobre todas las almas. Te salud, bondad infinita que derramás torrentes de gracias a Tu alrededor.
Reflexión: Eucaristía I
Te saludo amor oculto, vida de mi alma. Te saludo Jesús bajo las tenues apariencias del pan. Te saludo mi dulcísima misericordia que se derrama sobre todas las almas. Te saludo, Te saludo bondad infinita que derramas torrentes de gracias a tu alrededor. La institución de la Eucaristía: Jesús revela la Eucaristía con mucho tiempo de anticipación. Designó la claridad de Jesús y señala el local: el cenáculo. Eligen los ministros: Pedro y Juan. Pedro el discípulo de la fe y Juan el discípulo del amor. Ha llegado el momento supremo de la institución del augusto sacramento. Es la hora del amor. En lugar del maná del desierto se recibirán en adelante el pan de vida, el pan bajado del cielo. Jesús acaba de lavar los pies a sus apóstoles quedando bendificados. Jesús se sienta modestamente a la mesa. Reina un profundo silencio los apóstoles puestos los ojos en el maestro. Jesús se concentra en sí mismo. Levanta los ojos al cielo. Da gracias al Padre por haber llegado esta hora tan deseada. Extiende su mano. Bendice el pan. Y mientras los apóstoles, penetrados de un profundo respeto, no se atreven a preguntar la significación de aquellos misteriosos signos. Jesús pronuncia estas palabras estupendas, tan poderosas como la palabra creadora de Dios. Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Tomad y bebed, esto es mi sangre. Y se consumió el gran misterio de amor. Jesús ha cumplido lo que había prometido. Nada le queda por dar. Mejor dicho, sólo le queda perder su vida mortal en la cruz. Y así lo hará resucitando luego para poder hacerse nuestra hostia perpetua. Hostia de propiciación, de comunión y de adoración. La Santísima Trinidad ha puesto en este misterio, todas sus complacencias. Sí, Jesús mío, todo está consumado. Ya no tienes nada más que dar al hombre para demostrarle tu amor.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda participar de la Eucaristía, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce