Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

¡Oh verdad, oh vida sembrada de espinas!

Para pasar por Ti victoriosamente
Hay que apoyarse en ti, oh Cristo,
Y estar siempre cerca de Ti.

Sin Ti, oh Cristo, no sabría sufrir,
De por mi no sabría afrontar las contrariedades,
Sola, no tendría el valor de deber de Tu cáliz,
Pero Tú, Señor, siempre estás conmigo y me guías
Por caminos misteriosos

Reflexión: Entrega

J.M.J. ¡Oh, verdad, Oh vida, sembrada de espinas!. Para pasar por ti, victoriosamente, hay que apoyarse en ti, Oh Cristo y estar siempre cerca de ti. Sin ti, Oh Cristo no sabría sufrir, de por mí no sabría afrontar las contrariedades sola, no tendría el valor de beber de tu cáliz pero tú, Señor siempre estás conmigo y me guías por caminos misteriosos. Y yo, una niña débil, he comenzado a luchar en tu nombre. He luchado con valor aunque a veces sin éxito y sé que te han sido agradables mis esfuerzos. Y sé que recompensas eternamente solo el esfuerzo.

¡Oh verdad, oh lucha a vida y a muerte! Al emprender la lucha como un oficial inexperto he sentido que tenía sangre de guerrero, pero era todavía una niña, por eso, Oh Cristo necesitaba tu ayuda y tu defensa, mi corazón no descansará del esfuerzo ni de la lucha hasta que tú mismo no me llames del campo de batalla, me presentaré delante de ti, no por la recompensa ni por los honores, sino para sumergirme en ti por la en la paz. Quien es llamado cualquiera que sea su situación personal debe entregar al Señor todo lo que le pide: con frecuencia todo lo que esté en condiciones de darle. La llamada del Señor es el acontecimiento más que nos puede suceder. La vocación siempre exige renuencia y un cambio profundo en la propia conducta. Es Jesús el que nos busca. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros. Y si él llama también da las gracias necesarias para seguirle en los comienzos y a lo largo de toda la vida

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la entrega, a tí y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce