Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Hay momentos en los cuales no me tengo confianza a mí misma, estoy profundamente convencida de mi debilidad y miseria, y comprendo que en tales momentos puedo perseverar solamente confiando en la infinita misericordia de Dios. La paciencia, la oración y el silencio refuerzan el alma. Hay momentos en los cuales el alma debe callar y no conviene que hable con las criaturas; aquellos son los momentos de insatisfacción de sí misma, y el alma se siente débil como un niño; entonces se agarra con toda la fuerza a Dios. En tales momentos vivo exclusivamente de la fe y cuando me siento fortalecida por la gracia de Dios, entonces estoy más valiente en la conversación y en las relaciones con el prójimo.
Reflexión: El silencio II
Nos dice Santa Faustina: Hay momentos en los cuales el alma debe callar y no conviene que hable con las criaturas.
Dios es silencio desde siempre y para siempre. Opera silenciosamente en las profundidades de las almas. Si queremos hablar con Dios y entrar fácilmente en oración, tenemos que guardar silencio. Tenemos que evitar conversaciones vacías, chismes, murmuraciones, para tener tiempo a la oración y entrar en silencio, y así gustar de las cosas de Dios. La causa de hablar tanto es porque buscamos ser consolados por otros. El silencio en una casa religiosa o comunidad es muy necesario para atender las cosas de Dios; cuando no hay silencio, entonces son los juegos, los chismes, murmuraciones, amistades: cuando hay silencio todo huele a Santidad y los que entran dirán: verdaderamente el Señor mora aquí: esta es casa de Dios. Si alguno piensa que es religioso y no refrena su lengua se engaña, que es vana su religión. Dice San Alberto Magno: “Donde no hay silencio fácilmente es uno vencido por el enemigo”.
“Santo Dios, Santo Fuerte, Santo inmortal, Ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.
Desearte un lindo día. El Señor en su infinita misericordia te bendiga y proteja.
Amén.
Dr. Victor Arce.