Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Mi unión con las almas agonizantes sigue siendo como antes, estrecha. A menudo acompaño al alma agonizante a gran distancia, pero experimento la mayor alegría al ver que sobre esas almas se realiza la promesa de la misericordia. El Señor es fiel, lo que dice una vez, lo cumple.
Cierta alma que estaba en nuestro pabellón, estaba muriendo, sufría tremendamente, estuvo agonizando tres días, recobrando el conocimiento de vez en cuando. Todos en la sala rogaban por ella. Yo también deseaba ir, pero la Madre Superiora me había prohibido visitar a los agonizantes, por eso rogaba por esa querida alma en mi habitación aislada. Pero al saber que aun sufría y que no se sabía cuánto tiempo iba a durar todavía, repentinamente algo agitó mi alma y le dije al Señor: Oh Jesús, si todo lo que hago Te es agradable, Te ruego, como una prueba de esto, que esa alma no sufra más, sino que pase en seguida a la felicidad eterna. Pocos minutos después supe que aquella alma se había dormido tan serena y rápidamente que ni siquiera dio tiempo de encender la vela.
Reflexión: El enfermo
Santa Faustina nos cuenta que ella estaba internada y en su pabellón hay un enfermo, un alma agonizante y todos en la sala oraban por ella. La enfermedad, el dolor, es personal, es y será siempre el fiel compañero de viaje de todo hombre en la tierra, sólo la cruz de Cristo proyecta un rayo de luz sobre el misterio del dolor. Tú que eres un paciente enfermo y a ti te hablo de parte de Dios, que tu vida es preciosa a sus ojos. A todos los enfermos del cuerpo y del alma que sienten el peso del dolor les consuela. “Venga a mí todos los que están fatigados y cargados que yo los aliviaré”.
Nos dice el evangelio que la primera actitud de Señor fue siempre la de una profunda compasión: “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. Recordemos que Dios todo lo permite por nuestro bien. Tu Padre Dios te dice: “Hijo mío si estás enfermo no te impacientes ruega al señor y él te curará. Huye del pecado, purifica tu corazón y llama al médico, porque el Señor lo creó y no lo alejes de ti, pues te es necesario”. Hay ocasiones en que logra acertar porque también el oró al Señor para que le guiara para dar salud y vida al enfermo. Ecl 38 9-14.
“Por tu Dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.
Desearte un lindo día. El Señor en su infinita misericordia te bendiga y proteja.
Amén.
Dr. Victor Arce.