Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

De repente fui raptada a la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir.  Un abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma.  Jesús se inclinó hacia mí y me dijo amablemente: ¿Qué deseas, hija Mía?  Y contesté: Deseo la gloria y el culto de Tu misericordia.  El culto ya lo recibo con la institución y la celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más?  Y miré esta gran muchedumbre que veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: Jesús, bendice a todos los que están reunidos para rendirte honor a Tu misericordia infinita. Jesús trazó con la mano la señal de la santa cruz; la bendición se reflejó en las almas con un relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en su amor, sentí como si me disolviera en Dios y desapareciera en Él. 

Reflexión: El culto a la misericordia

¿Qué deseas, Hija Mía? y contesté: Deseo la gloria y el culto de tu Misericordia. El esbozo de la imagen le fue revelado a Sor Faustina el 22 de febrero de 1931 en su celda del Convento de Plock. La imagen no es solo un retrato de Jesús, es la esencia de su Misericordia y es el distintivo central del Diario que revela toda historia de la Misericordia. Su imagen es un icono inspirado por el Espíritu Santo que nos eleva a un estado de contemplación para ver con los ojos del alma a Dios. La imagen no está en el arte sino en las verdades de la teología, la historia que revela. La imagen presenta al Salvador resucitado que trae la paz a la humanidad por medio del perdón de los pecados, la huella de los clavos y el corazón traspasado revela el precio de su pasión y muerte en la cruz. Si contemplas y le das culto al rostro de Jesús. ¿Quién más está en la imagen? La respuesta la da San Pablo: Cristo es la imagen de Dios invisible. Jesús es el rostro invisible de la Misericordia de Dios. El nombre de Dios es misericordia, dice el Papa Francisco, luego este Dios invisible es el Padre. Felipe le dice a Jesús muéstranos al Padre y eso nos basta: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre, él vive en mí y que todo lo que digo y hago lo ves a él llevando a cabo su obra”.

Oh Amor Eterno, mandas pintar tu santa imagen y nos revelas la fuente de la Misericordia.

Desearte un lindo día, el amor de la Misericordia te conceda el culto a su misericordia.

Dios te bendiga y proteja.

Amén.

Dr. Victor Arce.