Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Cuando entré un momento en el dormitorio contiguo para visitar a las hermanas enfermas, una de las hermanas me dijo: Hermana, cuando usted muera no le tendré miedo en absoluto. Venga a verme después de morir, porque quiero confiarle un secreto del alma para que usted lo arregle con el Señor Jesús; yo sé que usted lo puede obtener de Jesús para mí. Como habló en público, le contesté de este modo: Jesús es muy discreto, por lo tanto no revela a nadie los secretos que existen entre Él y el alma.
Reflexión: El alma
Uno de los hermanos me dijo: Hermana, cuando usted muera no le tendré miedo. Venga a verme después de morir, porque quiero confiarle un secreto del alma para que ud lo arregle con el Señor Jesús:
A las almas que se dan a la oración les comunica Jesucristo, luces abundantísimas sobre sí mismo, y de esta manera se hace conocer por ellos sin peligro de inducir a error.
Toda alma tiene en esta tierra para con otras una misión salvadora y para llevarla a cabo le falta cierta autoridad. Proporcionada al fin que ha de conseguir. Esta autoridad moral se saca de la comunión y solo de ella: no se resiste a quien tiene a Jesucristo en sí y así lo hace sentir en su lenguaje como en sus actos.
Hay en el hombre dos vidas, la del cuerpo y la del alma; una y otra siguen en su orden, las mismas leyes. La del cuerpo depende en primer lugar de la alimentación, cual es la comida, tal la salud; depende en segundo lugar del ejercicio que desarrolla y da fuerzas, y por último del descanso donde se rehacen las fuerzas cansadas con el ejercicio. Todo en una de estas leyes es en mayor o menor grado, principio de enfermedad o de muerte.
Las leyes del alma en el orden sobrenatural son las mismas, las cuales no deben apartarse como tampoco el cuerpo de los suyos.
Ahora bien: la comida, el manjar del alma, así como su vida es Dios. Acá abajo, Dios conocido amado y servido por la fe; en el cielo, Dios visto poseído y amado sin nubes, siempre Dios. El alma se alimenta de Dios meditando su palabra con la gracia, con la súplica que es el fondo de la oración y el único medio de obtener la Divina Gracia. Nuestra alma debiera ser un santuario impenetrable donde solo Dios obrará y de donde saliera la fuerza y la gracia de nuestra vida habitual.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda una misión para tu alma, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce