Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Ejercicios espirituales de tres días, bajo la dirección del maestro Jesús el mismo me ordeno hacer estos ejercicios espirituales, el mismo estableció los días para hacerlos, es decir tres días antes de la venida el espíritu santo y el mismo los dirigió sin embargo, pedía al confesor el permiso para poder hacer estos ejercicios y lo obtuve. Le pedí también a la madre superiora y también de ella lo obtuve, había decidido que sin el permiso de la superiora no los haría, empecé la novena al espíritu santo y esperaba la respuesta de la madre superiora, hoy debería comenzar los ejercicios espirituales y yo no tengo ninguna noticia de sobre cuál es la opinión de la madre superiora, por la noche cuando fui al oficio durante las letanías vi al Señor Jesús: «Hija mía empezamos los ejercicios espirituales», conteste: «Jesús mi amadísimo maestro, discúlpame pero no voy hacerlos si la madre superiora me da permiso o no», quédate tranquila hija mía, la superiora te ha dado su permiso, lo sabrás mañana por la mañana, pero comenzamos los ejercicios esta noche, y efectivamente por la noche la madre superiora telefoneo a la hermana que me asiste en esta enfermedad para que me dijera que me permita hacer los ejercicios espirituales.

Reflexión: Ejercicios espirituales

La pregunta es: ¿Cuál es el fin de los ejercicios espirituales?, la respuesta: El espíritu santo a dicho, conduciré al alma a la soledad y allá le hablare en el corazón, ¿entonces que le dirá el maestro? Dos cosas: primero le dará a conocer su voluntad y allá le hablará al corazón, segundo en estos ejercicios espirituales, la atraeré en pos de si, tales son las dos mayores pruebas de amor que Jesús puede dar a un alma, conocer la vocación de la gracia a la que Dios me llama es para mí la cosa más importante puesto que de ello depende mi salvación, mi perfección y mi perseverancia en una palabra mi eternidad

Si hermanos es importante hacer estos retiros, estos ejercicios que nos permita entrar en el silencio y escuchar la voz del maestro.

Padre eterno yo te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amado hijo nuestro señor Jesucristo como propiciación de nuestros pecados y del mundo entero, y por su gloriosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Oh sangre y agua que brotaste del corazón del Jesús como fuente de misericordia de nosotros, en ti confío.

Desearte un lindo día, que el señor de la misericordia te conceda entrar en ese silencio, en esos retiros de soledad en el coloquio con el señor te conceda esa gracia a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce