Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Reflexión: Director espiritual II
El alma debería rogar ardientemente por el director espiritual durante un tiempo más largo, y pedir a Dios que se dignara elegirlo Él Mismo. Lo que se comienza con Dios, será de Dios, y lo que se comienza con medios puramente humanos, será humano. Dios es tan misericordioso que, para ayudar al alma, Él Mismo le asigna un guía espiritual, y la ilumina de que es aquél delante del cual ella debe revelar los rincones más secretos de su alma, como delante del Señor Jesús. Y cuando el alma reflexione y conozca que todo ha sido dirigido por Dios, pida ardientemente a Dios que le conceda mucha luz para conocer su alma, y que no cambie a tal director, a menos que haya una razón seria. Como antes de elegir el director espiritual rogaba mucho y ardientemente para conocer la voluntad de Dios, así también cuando quiera cambiarlo, ruegue mucho y con fervor para saber si es verdaderamente la voluntad de Dios de que lo deje y elija al otro. Si no hay una evidente voluntad de Dios al respecto a esto, no lo cambie, porque el alma por sí sola no llegará muy lejos y Satanás quiere precisamente que el alma que tiende a la santidad se guíe sola, ya que entonces, ni hablar de que la alcance.
Constituye una excepción el alma que Dios Mismo guía directamente, pero en tal caso el director espiritual en seguida se da cuenta de que tal alma es dirigida por Dios Mismo. Dios se lo da a conocer de modo claro y evidente; y tal alma, más que otra, debería estar bajo un control más estricto del director espiritual. En tal caso el director espiritual no tiene tanto el deber de dirigir e indicar los caminos por los cuales el alma debe caminar, cuanto, más bien, el de juzgar y confirmar que el alma sigue el camino justo y que está guiada por un buen espíritu. En tal caso el director no solamente debe ser santo, sino también experimentado y prudente, y el alma debe anteponer su opinión a la de Dios Mismo, ya que entonces estará a salvo de las ilusiones y las desviaciones. El alma que no sometiera tales inspiraciones al riguroso control de la Iglesia, es decir, del director espiritual, con eso mismo daría a conocer que la guía un espíritu malo. En esto el director espiritual debe ser muy prudente y experimentar al alma en la obediencia. Satanás puede ponerse el manto de la humildad, pero no es capaz de vestir el manto de la obediencia, y es aquí donde se revela toda su maldad. Pero el confesor no puede tenerle miedo exagerado a tal alma, porque si Dios le confía un alma tan excepcional, también le da una gran luz divina respecto a ella, ya que de otro modo ¿cómo podría juzgar bien los misterios tan grandes que ocurren entre el alma y Dios?
Yo misma sufrí mucho y fui muy probada en esto. Por lo tanto lo que escribo es solamente lo que he experimentado personalmente. Hice muchas novenas y muchas plegarias y muchas penitencias antes de que Dios me enviara un sacerdote que comprendió mi alma. Habría muchas más almas santas, si hubiera más directores espirituales con experiencia y santos. Más de un alma que tiende sinceramente a la santidad no logra salir por sí sola cuando llegan los momentos de la prueba y abandona el camino de la perfección. Oh Jesús, danos sacerdotes celosos y santos.
¡Oh, cuán grande es la dignidad del sacerdote! Pero también, ¡oh, gran responsabilidad del sacerdote! Oh sacerdote, te ha sido dado mucho, pero de ti se exigirá también mucho….
“Por tu Dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.
Desearte un lindo día. El Señor en su infinita misericordia te bendiga y proteja.
Amén.
Dr. Victor Arce.