Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Adorado seas, nuestro Dios misericordioso,
Nuestro omnipotente Creador y Señor,
Te rendimos honor en la humildad más profunda,
Sumergiéndonos en el océano de Tu Divinidad.

(103) Pero el hombre no resistió en la hora de la prueba, Por la instigación del maligno, Te fue infiel,
Perdió la gracia y los dones y le quedó sólo la miseria,
Lágrimas, sufrimientos, dolor, amargura, hasta descansar en la tumba.
Pero Tú, oh Dios misericordioso, no permitiste perecer a la humanidad        

Reflexión: Descendió a los infiernos I

Adorado seas nuestro Dios misericordioso, nuestro omnipotente Creador y Señor, te rendimos honor en la humildad más profunda, sumergiéndonos en el océano de tu divinidad. Pero el hombre no resistió en la hora de la prueba por la instigación del maligno, te fue infiel, perdió la gracia y los dones y le quitó sólo la miseria. Lágrimas, sufrimientos, dolor, amargura, hostia, hasta descansar en la tumba. Pero tú, Dios misericordioso, no permitiste perder a la humanidad. Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos. En primer lugar, va a buscar a nuestro primer Padre, quien visitará a los que ya estén sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte. Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva junto con él. El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer Padre, exclama, dirigiéndose a todos. Mi Señor está con todos vosotros. Y responde, Cristo a Adán, escóndete espíritu, y tomado de la mano, levanta diciéndole, despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo. Yo soy tu Dios, que por ti me hice, Hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti, digo ahora y ordeno a todos los que estaban en tinieblas, en cadenas, sed, iluminados, y a los que estaban adormilados, levantaos. Yo te lo mando, despierta tú que duermes, porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos, yo soy la vida de los que han muerto.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda conocer la misericordia del Señor, a ti y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce