Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

En aquel momento vi a Jesús de Cuyo Corazón salían los dos mismo rayos y me envolvieron toda.  En aquel mismo instante desaparecieron mis tormentos.  Hija Mía, dijo el Señor, has de saber que lo que has pasado ahora, es lo que eres por ti misma; y sólo por fuerza de Mi gracia eres participe de la vida eterna y de todos los dones que te concedo generosamente.  Y con estas palabras del Señor ha venido un verdadero conocimiento de mi misma.  Jesús me enseña una humildad profunda y al mismo tiempo una confianza absoluta en Él.  Mi corazón está reducido a cenizas, a polvo y aunque toda la gente me despreciara, lo consideraría (137) una gracia también.  Siento y estoy profundamente convencida de ser una nulidad, de que las verdaderas humillaciones serán mi alivio.

Reflexión: Correspondencia a la Gracia

Hija Mía, dijo el Señor, has de saber que lo que has pasado ahora es lo que eres por tí misma y solo por fuerza de mi gracia ese partícipe de la vida eterna y de todos los dones que te concedo generosamente.

La semilla de la gracia que cae en las almas, sino se le pone obstáculos. Si se le permite crecer, da su fruto sin falta, no defendiendo de quien sembró o de quien riega sino de Dios queda el incremento. La gracia de Dios vino a nosotros, no lo impedimos, realiza en el alma una honda transformación, en los momentos de oración, resoluciones de fidelidad, de entrega y de correspondencia. El Señor nos ofrece constantemente su gracia para ser fieles. Recibir la gracia con docilidad es empeñarnos en llevar a cabo aquello que el Espíritu Santo nos sugiere en la intimidad de nuestro corazón.

La docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo es necesaria para conservar la vida de la gracia y para tener frutos sobrenaturales. En la fidelidad a la gracia hay que evitar el desaliento por nuestras faltas y la impaciencia. La gracia actúa generalmente como la naturaleza, por grados, no podemos adelantarnos a la acción de la gracia. “Hay que tener paciencia con todo el mundo pero en primer lugar con uno mismo”.

Hay que corresponder a las gracias recibidas: “Al que tiene se le dará y al que no tiene incluso lo que parece tener, se le quitará”. Comenta San Juan Crisóstomo: “Al que es diligente y fervoroso, se le dará toda la ayuda que depende de Dios”. Porque aún lo que parece tener dice el Señor, lo perderá, no porque Dios se lo quite sino porque se incapacita para nuevas gracias. Por lo tanto el que no hace fructificar las inspiraciones, mociones y ayudas del Espíritu Santo quedará más empobrecido. Sigan el vaso de la fe, así es lo que recibe.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la correspondencia a la gracia, a tí y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce