Texto del Libro – El diario de Santa Faustina
Cuando entré un momento en el dormitorio contiguo para visitar a las hermanas enfermas, una de las hermanas me dijo: Hermana, cuando usted muera no le tendré miedo en absoluto. Venga a verme después de morir, porque quiero confiarle un secreto del alma para que usted lo arregle con el Señor Jesús; yo sé que usted lo puede obtener de Jesús para mí. Como habló en público, le contesté de este modo: Jesús es muy discreto, por lo tanto no revela a nadie los secretos que existen entre Él y el alma.
Reflexión: Corrección fraterna
Hoy entró en mi habitación una de las hermanas y me dijo que cierta hermana se mimaba en su enfermedad y que eso la irritaba tanto. Le contesté ¿Cómo usted hermana puede pensar así? “Si alguno de nosotros se desvía de la verdad y otro hace que vuelva a ella debe saber que quien hace que el pecador le convierta de su extravío, salvará su alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus propios pecados.
Desde el Antiguo Testamento nos muestra la Sagrada Escritura, como Dios se vale frecuentemente de hombres llenos de fortaleza y de caridad para advertir a otros de su alejamiento del camino, que conduce al Señor. Uno de los mayores bienes que podemos prestar a quienes más queremos y a todos, es la ayuda en ocasiones heroicas de la corrección fraterna. En la convivencia diaria podemos observar a nuestros parientes, amigos o conocidos como nosotros mismos, pueden llegar a formar hábitos que desdicen de un buen cristiano y que le separan de Dios. Es fácil comprender que una corrección fraterna a tiempo oportuna, llena de caridad y de comprensión a solas con el interesado puede evitar muchos males: un escándalo, el daño a la familia. Esa ayuda espiritual de la caridad. El ejercicio de la corrección fraterna es la mayor manera de ayudar después de la oración y del buen ejemplo. ¿La practicamos con frecuencia? La amistad sí es verdadera, se hace más profunda y auténtica con la corrección sincera, amable pero clara y valiente. Cuando hayas de corregir hazlo con caridad en el momento oportuno sin humillar, no con el ánimo de ofender y de mejorar tú mismo en lo que corrijas. “Debemos corregir con amor, no con deseos de hacer daño. Hemos de recibir la corrección con humildad y silencio, sin excusarnos, de recibirlos con alegría imponte como un deber seguirlo.
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda la corrección fraterna, a tí y tu familia.
Dios te bendiga y te proteja.
Santa Faustina, ruega por nosotros.
Amén.
Dr. Victor Arce