Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:

Una vez, una de las hermanas me confesó que pensaba elegir a cierto sacerdote como su director espiritual.  Muy contenta me lo comunicó pidiendo que rezara según esa intención, cosa que prometí.  Mientras rezaba supe que esa alma no sacaría ningún provecho espiritual de aquella dirección.  Y durante el siguiente encuentro esa alma me habló de su alegría por aquella dirección espiritual.

Yo compartí su alegría, sin embargo, cuando ella se alejó, fui amonestada severamente.  Jesús me dijo que le contestara lo que Él me había hecho conocer en la oración, lo cual hice en la primera ocasión, a pesar de que me costó mucho.

Reflexión: Corrección fraterna

Una de las hermanas me confió que pensaba elegir a cierto sacerdote como su director espiritual. Me pidió que rezara por esa intención. Yo compartí su alegría, fui amonestada severamente. Jesús me dijo que le contestara lo que Él me hizo conocer en la oración.

Uno de los mejores bienes que podemos prestar a quienes más queremos y a todos es la corrección fraterna.

En la convivencia diaria podemos observar actos o hábitos que nos separan de Dios; una corrección fraterna a tiempo, llena de bondad y comprensión, a solas, puede evitar muchos males, hacer que se corrija o acerque más a Dios. Esta ayuda espiritual, nace de la bondad. El ejercicio de la corrección fraterna es la mejor manera de ayudar, después de la oración y del buen ejemplo. ¿La practicamos con paciencia? La corrección tiene enseñanza evangélica: “Ve y corrígele a solas”. Esta corrección debe hacerse con espíritu de mansedumbre. No podemos excusarnos y repetir como Caín: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Otra excusa para retrasar la corrección fraterna es el miedo a entristecer a quien hemos de hacer esa advertencia.

Con la práctica de la corrección fraterna, se cumple lo que dice la escritura: “el hermano, ayudado por su hermano, es como una ciudad amurallada”. Cuando se hace la corrección fraterna se ha de vivir una serie de virtudes.

Cuando tengas que corregir, hazlo con caridad, sin humillar y con ánimo de aprender en lo que corrijas. Debemos corregir por amor, no con deseo de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda. Cuando nos corrijan hemos de recibirla con humildad y silencio, sin disculparnos, viendo la mano del Señor.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia te conceda corregir con amor a ti y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Sta. Faustina. Ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Víctor Arce.