Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Cuando me quejé a Jesús de cierta persona: Jesús, ¿cómo es posible que esa persona emita un juicio semejante incluso sobre la intención?  El Señor me contestó:  No te extrañes de esto; esa alma no se conoce a sí misma, pues ¿cómo puede emitir un juicio justo sobre otra alma?

Reflexión: Conocimiento de mí mismo

El Señor me contestó: No te extrañes de esto: esa alma no se conoce a sí misma pues, ¿Cómo puede emitir un juicio justo sobre otra alma?. Palabras duras del Señor, dirigida a la hipocresía de muchos y a su falta de unidad de vida. ¡Guías ciegos que coláis un mosquito y os tragáis un camello! Abandonan las cosas más esenciales de la ley: la justicia de la misericordia y la buena fe. Conocer a Dios a Jesucristo, mi salvador; conocer su verdad, su vida, su amor, he ahí mi primera ciencia. Conocerme a mí mismo tal y como soy, he ahí mi primera virtud cristiana y el primer paso hacia Dios.

Pues bien: ¿Quién soy yo? 1. Por mí mismo, nada. La madre, tal es mi origen y como la nada no merece estima ni amor, tampoco los merezco yo. ¿Qué cosa tienes tú que no hayas recibido de Dios? Y si todo lo que tienes lo has recibido. ¿De qué te jactas como si no lo hubieses recibido? 2. Por mí mismo no puedo nada en el orden espiritual. Jesús dijo: Sin mí nada podéis. Con mis solas fuerzas, no puedo tener un solo pensamiento sobrenatural, ni siquiera, pronunciar el santo nombre de Jesús. He ahí mi poder negativo. 3. Hay sin embargo, una cosa que puedo por mí mismo una cosa espantosa y abominable: puedo pecar, ofender a Dios, violar su ley, crucificarle en mi corazón, perseguirle, destruir su reinado. Puedo, en una palabra, condenarme a pesar de Dios, y de su gracia, a pesar de su amor. ¡Poder espantoso en verdad! Esto es lo que soy y lo que puedo. ¿Hay acaso motivo de engreírme de tenerme en algo? (Continuará)

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda el conocimiento de tí mismo, y a ti y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce