Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Deseo vivir en espíritu de fe, acepto todo lo que me sucede como enviado por la voluntad amorosa de Dios que desea sinceramente mi felicidad; por eso todo lo que Dios me envíe lo aceptaré con sumisión y agradecimiento sin hacer caso a la voz de la naturaleza ni a las sugerencias del amor propio.  Antes de emprender una acción de mayor importancia reflexionaré un momento para ver qué relación tiene con la vida eterna y cuál es el motivo principal de hacerla: la gloria de Dios o el bien de mi propia alma o el bien de otras almas.  Si el corazón me dice si, entonces seré inflexible en la ejecución de dicha acción, (129) sin reparar en ningún obstáculo ni sacrificio; no me dejaré desviar del propósito que me haya propuesto, me bastará saber que es grato a Dios.  Y si conozco que una acción dada no tiene nada que ver con lo dicho anteriormente, trataré de elevarla a esferas más altas mediante una buena intención.  Y si conozco que algo proviene del amor propio lo eliminaré en su origen.

Reflexión: Amor propio

Deseo vivir en espíritu de fe, acepto todo lo que me sucede como enviado por la voluntad amorosa de Dios, por eso todo lo que Dios, me envíe lo aceptaré, sin hacer caso a la voz de la naturaleza ni a las sugerencias del amor propio.

En el amor propio, Él es el centro de sus propios pensamientos y el objeto de su aprecio. Oh Dios te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adultero. En vez de alabar a Dios ha comenzado en forma sutil a alabarse a sí mismo. Por la soberbia se atribuye a sí mismo el mérito y desprecia a los demás. Faltan la humildad y la caridad, y sin ellas no hay ninguna virtud ni obra buena. La soberbia y el amor propio es el mayor obstáculo que el hombre pone a la gracia divina.

Pues por el pecado dejamos de reconocer por dueño a quien todo le debemos, suplantándole nosotros y obrando por nuestra cuenta. Porque, ¿Qué gloria se le sigue de acciones que solo van inspirados por el amor propio? El pecado destruye todo lo que podría elevarse hacia Él y glorificarle. El amor propio destruye la gloria de Dios en las creaturas.

El hombre tiene dos leyes: el amor de Dios y el amor propio, desamores que luchan entre sí, es imposible quedarse indiferente. Cuanto más santo nos hacemos y más nos elevamos hacia Dios, tanto más combate el amor propio y nos tira hacia abajo.

¿Cómo tendremos fuerzas? Por Jesucristo. El amor propio hace al hombre egoísta, tener amor al mundo, el amor propio nos hace viciosos. Solo el amor de Dios, lo vuelve bueno y dichoso.

“Señor, quita la soberbia de mi vida, quebranta mi amor propio, de imponerme a los demás”.

Desearte un lindo día. El Señor de la Misericordia quebrante tu amor propio, a ti y tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce