Texto del Libro – El diario de Santa Faustina

Amor eterno, llama pura, arde incesantemente en mi corazón y diviniza todo mi ser según Tu eterno designio por el cual me has llamado a la existencia y a participar en Tu eterna felicidad.  Oh Señor misericordioso, me has colmado de estos dones únicamente por misericordia; viendo que todo lo que tengo me ha sido dado gratuitamente, adoro Tu bondad inconcebible con la más profunda humildad.  Señor, el asombro me inunda el corazón [al pensar] que Tu, Señor absoluto, no necesitas a nadie y, sin embargo, por amor puro Te humillas así a nosotros.  No dejo de asombrarme nunca cuando el Señor entra en una familiaridad tan estrecha con su criatura; es otra vez, su bondad insondable.  Siempre comienzo esta meditación y nunca la termino, porque mi espíritu se sumerge en Él totalmente.  Qué delicia es amar con todas las fuerzas de su alma y, a la vez, ser amada aún más, sentirlo (117) y vivirlo con plena conciencia de su ser no hay palabras para expresarlo.

Reflexión: Amor Divino

Amor eterno, llama pura, arde incesantemente en mi corazón y diviniza todo mi ser según tu eterno designio por el cual me has llamado a la existencia y a participar en tu eterna felicidad.

“Fuego, he venido a traer a la tierra”. ¿y qué quiero sino que arda? En Cristo alcanza su expresión máxima el amor divino: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo unigénito. Jesús entrega voluntariamente su vida por nosotros. Y nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. El amor, como el fuego, nunca dice basta, tiene la fuerza, de las llamas y se enciende en el trato con Dios. En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo, el amor divino, se derrama sobre los apóstoles en forma de lenguas de fuego que purifican sus corazones, los inflaman y disponen para su misión de extender el Reino de Cristo por todo el mundo. El Señor quiere que su amor prenda en nuestro corazón y provoque un incendio que lo invada todo. Hermanos, debemos recordar: Dios me ama y esto es lo fundamental de mi existencia. Lo demás apenas tiene importancia. – Dios nos ha creado en su amor. Su misericordia nos ha colmado de gracias, nos ha puesto en las mejores condiciones de salvación: ¿Cómo corresponder a este amor si no es con amor? Ya que Dios nos ha amado, es necesario que también le amemos nosotros. El amor pide amor, y este se demuestra en las obras, en el empeño divino por tratar a Dios y por identificar nuestra voluntad con la suya. “Fuego he venido a traer a la tierra y que he de querer sino que arda”. Fuego de apostolado que crece en la oración, en el trato interno con Cristo.

Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te colme del Amor Divino, y a tu familia.

Dios te bendiga y te proteja.

Santa Faustina, ruega por nosotros.

Amén.

Dr. Victor Arce